La Caballé contra la «cultureta» de Torra
Torra y su gobierno representan la Cataluña «devoradora», en expresión de Gaziel: la que maltrató a Verdaguer, Rusiñol, Eugenio d’Ors, Pijoan, Pla

La crónica de la mezquindad podría comenzar así. El 7 de octubre de 2018 el presidente de la Generalitat, Quim Torra, prefirió los «castells» de Tarragona al tanatorio donde se velaba a Montserrat Caballé. Con fular amarillo, el antiguo vendedor de seguros jaleó a la Colla Vella dels Xiquets de Valls. Le acompañaba el consejero de Educación, Josep Bargalló, recordado por su veto a los autores catalanes que escriben en castellano en Fráncfort-2007. Algún ingenuo pensó que Torra delegó el tanatorio en la consejera de Cultura, Laura Borràs, pero no: la susodicha andaba por una feria del libro en Besalú… En el tanatorio y el Liceo estaba la ciudadanía que aprecia a sus figuras . La Caballé: muy cercana a la cultura popular y lejos, muy lejos, de la «cultureta».
Entre los rasgos mezquinos del nacionalismo, la memoria rencorosa. Hace diez años, Montserrat Caballé rubricaba el «Manifiesto por la Lengua Común», en defensa del castellano. Reconocida con el doctorado Honoris Causa de la UIMP, se declaraba «española de pura cepa pese a quien pese». Cinco años después, cuando menos de media Cataluña ocupaba Cataluña entera con la Vía independentista, la soprano evocó su eterno viajar: «He sido una catalana universal, pero no he dejado de ser una española célebre». La cadena humana de la ANC y Òmnium no le hacía ninguna gracia: «Los pueblos han de estar unidos, no separados. Las cadenas son para la esclavitud. Las cadenas pueden ser de hierro, oro y plata, pero han de ser buenas cadenas. No han de ser cadenas que separan y humillan. Quien pone cadenas me hace daño, extirpa a todo el resto, lo manda fuera».
Torra y su gobierno representan la Cataluña «devoradora», en expresión de Gaziel: la que maltrató a Verdaguer, Rusiñol, Eugenio d’Ors, Pijoan, Pla. La que ignoró al compositor Amadeo Vives; la que insulta en las redes a José María Pou por su pensamiento crítico; la que miró de reojo a Raimon por dudar sobre la independencia y no perdona a Serrat que cantara en castellano. La que puso calle a Sabino Arana, estadio y paseo a Companys; la que niega una placa a Dalí. O a Caballé.