Música
La Bienal de Flamenco de Sevilla para los de fuera
Las claves internas del mayor festival del mundo de esta música que se desarrollará hasta 1 de octubre, poniendo en escena 65 espectáculos, ¿por qué algunos la llaman 'La Vietnam'?
Por los lares jondos hace ya algún tiempo que rebautizaron este festival como La Vietnam . Es el más longevo de Sevilla, empezó allá por los 80, con Calixto Sánchez reinando en una petenera y un par de fandangos del Carbonerillo que causaron exaltación y polémica, pues la primera criba del certamen se cedió a las peñas y quien triunfó al final no fue ninguna de las figuras del momento. Es, también, y esto quizá lo define más, el más largo del mundo, casi un mes con más de 65 espectáculos en su XXI edición, que se celebrará hasta el próximo 1 de octubre en diez espacios escénicos diferentes . Once, en realidad, pues una gotera a última hora ha mudado su centro: ante la imposibilidad de seguir en el teatro Lope de Vega , Cartuja Center Cite ha abierto sus puertas. Es una gotera grande, claro, estructural, que cala por las paredes y provoca riesgo de desprendimiento. Es una gotera metafórica.
En La Bienal, a golpe de vista, tanto el aficionado como el curioso puede encontrar un sinfín de propuestas de interés, pues hay para todos los gustos y sensibilidades : cante, danza, guitarra, piano, vientos y un gran aluvión de propuestas experimentales , muchas con esas descripciones de dramaturgo existencialista que en su abstracción valdría para cualquier otra obra sin entenderse del todo en ningún contexto. Arrancó como un concurso hace 42 años, pero tanto se ha transformado que esta edición, por primera vez en su historia, se han sustituido los galardones Giraldillo por un único premio honorífico con una dotación económica de 10.000 euros que ha recaído sobre la bailaora y coreógrafa Eva Yerbabuena. Los artistas, sin quererlo, entraban en una competición, y nadie del jurado, eso es imposible, acudía a la mitad de la programación.
Chema Blanco es su director , el de este año, pues en las anteriores se han ido alternando nombres: Cristobal Ortega, José Luis Ortíz-Nuevo (aunque fuera solo por unos meses), Antonio Zoido (al rescate)... Las primeras críticas, esta edición, le llegaron a Chema al principio: cuando llegó, por llegar . Las segundas, en la antesala de la programación, cuando se intuía lo que iba a hacer: ¡que ha trabajado con Israel Galván y se considera discípulo de Pedro G. Romero! Las terceras, cuando se oficializaron sus ideas. Las cuartas, entre la presentación y el arranque de la cita: que si vaya desastre. Que la organización tal, que si la venta de entradas, falta de comunicación, desconocimiento generalizado por parte de periodistas, artistas, el público… Y las quintas, pero no últimas, estos días: con la muestra en escena.
Crítica severa
El evento es un gigante gestionado con dinero público en un marco lleno de particularidades: Sevilla, flamenco, patrimonio, equipos cambiantes, no fijos. Prensa especializada en radios y periódicos a la que se suma la agitación de las redes y los blogs. Algunos están agotados de 'vanguardia' y a otros el cante tradicional, lo sé, les aburre. Se buscan nuevos públicos, pero también se apuesta firmemente por lo experimental , que tiene un segmento específico. A una crítica que sigue siendo como la de la ópera, como la del teatro, como la de antaño, es decir, que aún no ha desaparecido ni enternecido su carácter como sí ha ocurrido en otros géneros musicales, les ponen enfrente algunos espectáculos de menor envergadura, y a veces el resultado es tan sonado como aquel que protagonizó el Niño de Elche en 2018.
Este año, la principal debilidad quizá sea la ausencia de muchas de las grandes figuras: Miguel Poveda, Carmen Linares, José Mercé, Arcángel, Farruquito, María Pagés, Sara Baras…, aunque alguna hay: Vicente Amigo, Rafael Riqueni, Israel Galván, Yerbabuena… También ha crispado el ambiente la escasa representación de los maestros de largo recorrido, que pocos quedan en activo, como José de la Tomasa. ¡El cantaor de Sevilla no está en su festival!
La Bienal es la cita que organiza el Ayuntamiento de Sevilla, y que este mismo contraprograma con eventos de la magnitud de Icónica Fest, donde estará Poveda, Patti Smith, Leiva o C. Tangana en fechas similares, lo que deja muy caro el 'sold out' en una agenda cultural sobrecargada. El teatro de la Maestranza, que va por su cuenta, pues depende de sí, arranca temporada el 1 de octubre, a la misma hora que Rafael Riqueni actuará en el concierto de clausura. Lo que sucede en Madrid se podría evitar en Sevilla, pero no se hace.
Detractores y fieles
Es, como decía, un gigante que atrae a numeroso público extranjero : la Asociación de Hoteleros prevé un 80 % de ocupación. También de los pueblos y ciudades próximas. Tiene de todo. A veces un poco más de aquí y otras un poco más de allá. Pero tiene, sobre todo, una sensación de catástrofe continúa en su aura . Por alguna razón cuyo fondo entiendo como irracional hay quien quiere no destruirla, pero sí ponerle zancadillas. Su éxito, si atendemos a la consolidación a lo largo de las décadas y a que nació con un formato mucho más pequeño que el de hoy, incomoda. Es excesiva. Cabrea a algunos de los que no están en el cartel y deja una estela de detractores, pero también de fieles comedores de oreja.
El caso resulta curioso: Sevilla no saca pecho de La Bienal, pero tiene todos los ingredientes, aunque deslavazados, para ser la gran cita flamenca en el mundo, sin discusión. Una de las pocas que proyecta figuras. Que se conoce en todo el planeta y que está en continua evolución. Acudan a ella, que de los casi 500 artistas y las cerca de cien actividades, algunas (¡muchas!) serán de su gusto. La noche de los Israeles, con Fernández en un teatro y Galván en otro, Dolores Agujetas en el templo barroco de San Luis de los Franceses, el bailaor madrileño Alfonso Losa con su última creación y La Tremendita pidiendo paso en el Maestranza con el jondopunk que ha germinado junto a cinco guitarristas estelares son mis sugerencias más urgentes. Sevilla, estas semanas, rebosa cultura en vivo.