La Biblioteca Nacional recuerda a José Echegaray en el centenario de su muerte

Científico, dramaturgo y político, fue premio Nobel de Literatura en 1904 y ministro de Hacienda en varias ocasiones

Retrato de José Echegaray fechado alrededor de 1900 BNE

J. B.

«Aquí yace el siglo XIX», escribió Mariano de Cavia tras la muerte de José Echegaray y Eizaguirre, el 14 de septiembre de 1916. Para conmemorar el centenario del fallecimiento del primer premio Nobel de Literatura español, la Biblioteca Nacional celebra una exposición (abierta hasta el 4 de mayo), en la que trata de dar a conocer sus tres facetas: científico, dramaturgo y político.

La exposición, según la BNE, exhibe la obra teatral y científica de Echegaray, algunos de sus discursos políticos y los estudios más importantes sobre su persona y sobre su obra. En total se presentan más de ciento veinte documentos procedentes del fondo bibliográfico de la institución.

José Echegaray es ahora una figura apenas conocida en España; su rostro fue muy popular en los años setenta, pues aparecía en los billetes de mil pesetas. Pero ninguna de sus más de sesenta piezas teatrales ha trascendido y tampoco su labor científica.

No obstante, en su época fue una importantísima figura tanto de la vida cultural como de la vida política española. Nacido en Madrid el 19 de abril de 1832, estudió en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, en la que posteriormente daría clase. A lo largo de su vida, alternó la ciencia, el teatro y la política. Fue ministro de de Hacienda en varias ocasiones; de diciembre de 1872 a febrero de 1873 (bajo la presidencia de Manuel Ruiz Zorrilla, en el último Gobierno del Rey Amadeo de Saboya); entre enero y mayo de 1874 (con Francisco Serrano y Juan Zavala de la Puente); y entre julio y diciembre de 1905 (con Eugenio Montero Ríos).

Entre los cargos que tuvo José Echegaray figuran: catedrático de Cálculo y de Física matemática en la Universidad Central, fundador del Banco de España, miembro de la Real Academia Española y de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (que presidió entre 1901 y 1915) y presidente del Ateneo.

Su teatro, totalmente circunstancial, estaba escrito para entretenimiento del público de su época. Fue un autor prolífico, que estrenó especialmente en el período de la Restauración monárquica. Entre sus obras figuran «El libro talonario», «La esposa del vengador», «En el seno de la muerte». «El gran Galeoto», «Dos fanatismos», «De mala raza», «Un crítico incipiente», «Mariana» o «Malas herencias», alguna de ellas escrita para la actriz María Guerrero, con quien le unió una gran amistad.

En 1904, la Academia Sueca le concedió el premio Nobel de Literatura, entonces de reciente creación. Lo compartió con poeta el poeta francés Frédéric Mistral y en España fue recibido con grandes críticas por parte de figuras como Clarín, Valle-Inclán o Baroja. En el premio debió de influir el que unos años antes se hubiera estrenado en el Teatro Real de Estocolmo su obra «O locura o santidad», así como el prestigio del que gozaba en la comunidad científica europea.

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