La Biblioteca Nacional adquiere el epistolario inédito de Ortega y Gasset a Ramiro de Maeztu
Se trata de trece cartas fechadas de 1909 a 1924 que se creían perdidas y cuyo hallazgo relataba a ABC la nieta de su custodio durantre tres décadas, Pepe Berchi
La Biblioteca Nacional de España ha adquirido trece cartas manuscritas de José Ortega y Gasset (1883-1955) a Ramiro de Maeztu (1834-1936), dos pensadores clave de la historia moderna de España, entendidos como ideólogos irreconciliables, de cuya estrecha amistad no existía documentación hasta el descubrimiento de este epistolario.
Este novedoso epistolario llega a la Biblioteca Nacional tras tres décadas al custodio del ya fallecido librero de antiguo, Pepe Berchi , quien fue presidente de la Asociación de Libreros de Lance hasta la década de los 90 y precursor de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión que se celebra cada año en el Paseo de Recoletos de Madrid, frente a la Biblioteca Nacional .
La nieta de Berchi, Lara S. Berchi, narraba en ABC en 2018 cómo estas cartas, que se creían perdidas , aparecieron en un pequeño estuche en el domicilio familiar. Fechadas de 1909 a 1924 , desde Madrid y Marburgo (Alemania), las cartas del filósofo español son enviadas a Ramiro de Maeztu durante la etapa de éste como corresponsal de prensa en Londres .
A través de ellas se descubre el cariño con que el autor de la generación del 14 trata al de la previa del 98, llamándole «hermano Ramiro» o manifestando que «le quiere mucho». Otros elogios incluyen a la hermana de Maeztu, María, quien posteriormente destacaría como pedagoga, y a la que Ortega ya integra en la relación como «otra abeja poderosa para esta construcción de Dios en Celtiberia que intentamos».
Estudio de la vida y obra
Las misivas son de gran interés porque –a pesar de ser escritas antes de la primera obra de Ortega, «Meditaciones del Quijote (1914)- en ellas ya se plasman algunas de sus ideas características . Además, el epistolario no solo prueba el vínculo hasta ahora desconocido entre los dos intelectuales, sino que aporta información para el estudio de la vida personal y la obra de ambos, no por separado, sino sujetos a diálogo .
En los citados manuscritos, el joven filósofo intenta convencer a Maeztu para que pase a la acción y se convierta en catalizador de la modernización de su país: «el problema de España es que se hagan las cosas, no las cosas que se hagan», expresa.
Ese ánimo modernizador, cultural y político, de Ortega es razonado y constante a lo largo del epistolario. El pensador justifica su empeño con un contundente análisis de la moral y la ley a través de Sócrates y Platón , e incluso aludiendo a la mitología escandinava: «el entusiasmo es un Dios que se alimenta de leña», dice a Maeztu, como para contagiarle de un «fuego» precursor que renueve la nación. Dicho ímpetu, según el escritor, debe partir de las siguientes premisas:
«1. Vimos que faltaba cultura en España
2. hemos dicho que hay que hacerla
3. hagamos cultura y así haremos España ».
Ortega anuncia cómo llevar su plan a cabo: «desde que empecé a pensar en nuestra desventura, vi claro que la cuestión radicaba en construir una minoría », sugiere a su interlocutor, mientras describe los problemas patrios y vierte vibrantes opiniones sociopolíticas, algunas en torno a Cataluña , que confirman la vigencia de su pensamiento.
El epistolario vierte toda luz sobre ese comienzo afectuoso y constata aún más coincidencias e intenciones con Maeztu , no solo europeístas o en relación al oficio periodístico, sino también a través de la intimidad con la que Ortega califica a políticos de la época (Maura, Lerroux, Cambó, Costa, Canalejas…) y coetáneos o enemigos ( Unamuno , Azorín, Menéndez Pidal, Américo Castro, Ramón y Cajal, etc…).
Más tarde, el remitente atiende a una «crisis» de su interlocutor: «Todas las personas dotadas de alguna delicadeza han experimentado alguna impresión de asco infinito ». Ortega se extiende al tratar el asunto, incluso intenta explicar lo que le ocurre a Maeztu dentro del propio desastre español, desde el 98 hasta aquellos días.
Distanciamiento final
A pesar del abatimiento de Maeztu, Ortega continúa en las últimas misivas buscando sus consejos e incitándole a actuar. Le habla de la inteligencia, también de Kant , y recurre otra vez a Platón. Insiste enviándole recados a través de su coetáneo, el escritor y periodista Grandmontagne, para que «le haga caso» y rebate más de una descalificación , incluso pública, de Ramiro hacia su persona.
Tales palabras avanzan la desilusión de Ortega y el final distanciamiento entre ambos. Aun así, la última de las cartas concluye con una frase, a modo de vaticinio y algo solitaria: «en fin, no acabaría». Alude así al análisis filosófico, social y político que él mismo continuaría, ya por su cuenta y en sucesivas obras .
Las trece cartas se presentan en diversos formatos, algunas en tamaño cuartilla y otras en tamaño A4, a tinta negra o azul. El escritor firma en pocas ocasiones con su nombre completo, finalizando más frecuentemente como «Pepe» . Una de las misivas más extensas lleva el membrete en rojo del propio Ortega y Gasset , y otra de ellas el membrete del padre del pensador, el que fuera también escritor y periodista, José Ortega Munilla.
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