Bego Antón: «La persecución hacia la mujer se ha adaptado al tiempo en el que vivimos»
La fotógrafa bilbaína presenta en el Baffest de Baracaldo su trabajo «Todas ellas brujas»
Decenas de fotografías a gran escala engalanarán hasta el 17 de junio las calles de Baracaldo, que acoge la tercera edición del Baffest . El cartel, íntegramente femenino, incluye este año a la fotógrafa documental Bego Antón (Bilbao, 1983), que ha dedicado su obra al estudio psicológico y moral de grupos minoritarios. Un trabajo que ha sido publicado en medios como New York Time, National Geographic y Le Monde y que fue reconocido con el premio revelación PhotoEspaña 2017 .
¿Cómo se siente al «regresar a casa»?
Para mí es siempre importante exponer en casa, estoy muy contenta. Es cierto que, de una forma innata, siempre me han interesado temas que se encuentran lejos de mi tierra, aunque en mi último trabajo he tenido la oportunidad de recorrerla y he descubierto lugares que desconocía y que son increíbles.
¿A cuáles se refiere?
El País Vasco en general es muy bonito, aunque hay puntos que son preciosísimos, como la zona de la frontera. Son paisajes, personas, que no conocía. Yo siempre me introduzco en la sociedad que fotografío, y hacerlo en casa me ha permitido conocer más de cerca mi cultura.
De hecho, el trabajo en el que se encuentra inmersa, «Todas ellas brujas», está ambientado en el País Vasco. ¿En qué consiste?
El proyecto es una recreación visual de la caza de brujas que se produjo en el País Vasco durante la Edad Media. Para ello me baso en las confesiones que las brujas le hacían a los inquisidores mediante torturas y amenazas, y a partir de ahí elijo las escenas que quiero fotografiar. Para mí ha sido un reto, porque estoy reproduciendo algo que pasó hace 400 años, por lo que tengo que tener en cuenta el vestuario, las personas, la localización… Es algo totalmente nuevo para mí.
¿Qué trabajo de investigación hay detrás de estas imágenes?
Me pasé todo el 2016 leyendo cualquier libro que cayera en mis manos sobre brujería en el País Vasco. Trataba de buscar archivos originales, porque quería encontrar por mí misma testimonios que no se encontraban en los textos escritos por investigadores. Ha sido una búsqueda constante de información, una locura. Pero también ha sido muy divertido.
¿Cómo eran las brujas vascas de la época?
Lo que descubrí cuando empecé este proyecto es que tenemos una idea mitificada de lo que eran las brujas. Cuando pensamos en ellas nos vienen a la cabeza mujeres ancianas, con verrugas, la nariz puntiaguda y vestidas de negro. Pero estas mujeres eran normales y corrientes. De hecho, eran muy avanzadas para su época. Normalmente eran herboleras, tenían muchísimos conocimientos de las plantas silvestres y las utilizaban para sanar. Otras eran matronas, o adivinas. Sabían buscarse la vida, porque sus maridos eran arrentzales (pescadores) y pasaban fuera la mitad del año. A la Iglesia esto le parecía un escándalo, y lo que hizo fue enviarlas a la hoguera.
Es un tema que encaja con el Baffest, que está dedicado íntegramente a mujeres.
Eso es. Obviamente, ahora estamos en otra época muy diferente, pero creo que la persecución a la mujer se ha adaptado al tiempo en el que vivimos. Existen las situaciones extremas, como son la violencia de género o las violaciones, pero también hay otras que afectan al día a día y que lo vemos como algo normal. Me refiero, por ejemplo, a las diferencias en los salarios, o la presión por la maternidad. Estamos sometidas a continuos ataques, y muchas veces los pasamos por alto.
¿A qué se debe ese interés por el estudio psicológico y moral de los grupos minoritarios?
Creo que es parte de mi curiosidad. A mí me gusta mucho hablar con las personas. Que me cuenten cosas, escucharlas. El acto fotográfico es lo último, lo más importante es vivir la experiencia. El hecho de poder viajar a lugares, conocer gente, que me digan cómo se sienten. Después, cuando hay cierto vínculo, es cuando hago la foto. Es como una especie de aventura, y para mí está ahí la adrenalina. Esa es la razón por la que digo que me interesa la parte antropológica y psicológica de las personas.
¿Cómo fue la toma de contacto con estas personas?
Acercarse a ellas ha sido muy fácil. Precisamente, acabo de publicar mi primer fotolibro sobre los habitantes de Islandia que creen en los seres mágicos. Con ello me refiero a elfos, trolls, hadas, duendes, fantasmas… En realidad, no estamos hablando de una creencia, porque hay gente que es capaz de ver a estos seres. Se comunica con ellos, convive con ellos a diario. En Islandia, esta situación está totalmente normalizada. Si dices que ves a los elfos no te van a tachar de loco. Es como si tuvieras un don.
¿Hasta qué punto está arraigada esta creencia en Islandia?
Más del 50% de los habitantes cree en estos seres, y el 2% es capaz de verlos. Por ejemplo, en Islandia nadie tiraría una piedra al aire por si da a algún ser invisible que no puede ver. Tampoco saltan de roca en roca, porque los elfos viven en ellas y sería de mala educación hacerlo. Incluso cuando hay que construir una carretera, la maquinaria a veces deja de funcionar porque hay una roca gigantesca al lado en la que viven los elfos. Cuando esto sucede, hay una portavoz encargada de mediar entre humanos y elfos para llegar a acuerdos. Es una muestra del respeto que sienten hacia la naturaleza y hacia los seres que viven en ella, aunque a veces no sean capaces de verlos.
¿De dónde surge la inspiración para abordar este tipo de reportajes?
Siempre es distinto, no hay una fórmula. En el caso de las brujas, fue por la necesidad personal de desmitificar su figura. Tenía una necesidad personal de ser justa con la historia. En el de los elfos, descubrí que en Islandia existe una escuela en la que te especializas con el tema mágico del país. Cuando lo descubrí hice el curso, y ahí empezó todo.
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