Basilio Sánchez: reescribiendo la UCI en Cáceres
Ganó en 2018 el premio Loewe de poesía con «He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes» (Visor), y se suponía que ahora tendría que estar escribiendo su nuevo libro, pero como también es jefe del servicio de medicina intensiva del Complejo Hospitalario Universitario de Cáceres ha tenido que aplazarlo
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En días del confinamiento más estricto, cuando volvía a casa o salía para el hospital, Basilio Sánchez tenía la impresión de vivir en una noche perpetua. «Estaba la misma gente que por la noche, el mismo silencio que por la noche, que es precisamente el centro de la poesía. Era como vivir dentro de un poema espiritual, de un poema dedicado al silencio o un nocturno», cuenta con la voz serena.
Basilio es poeta, en 2018 ganó el premio Loewe con su libro «He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes» (Visor), aunque él no lo dice en toda la conversación, por modestia. Se suponía que ahora mismo tendría que estar imaginando los primeros versos de un nuevo título, pero aún no tiene la cabeza para esas cosas, porque Basilio también es jefe del servicio de medicina intensiva del Complejo Hospitalario Universitario de Cáceres. No hacen falta muchas más explicaciones.
«Yo he vivido un confinamiento a la inversa , lo he pasado en el hospital. A veces he envidiado el confinamiento creativo, para hacer las lecturas pendientes, para escribir, pero he tenido que volcarme al exterior, era lo que se me pedía. Lo más creativo que he tenido que hacer ha sido gestionar que hubiera camas de UCI suficientes», asevera. Con eso bastaba, no había espacio para la literatura. «Me falta la serenidad del espíritu, la paz que necesita la lectura, sobre todo la poesía. Yo nunca he tenido miedo, he tratado a enfermos gravísimos, de todas las patologías, pero en este caso… Nos enfrentamos a que nuestra actividad se ve mermada por el miedo a infectarnos, o lo que es peor: a infectar a nuestras familias. Y eso no se acaba de ir cuando vuelves a casa, se queda. Es difícil», subraya.
Él insiste en que nunca ha escrito poemas relacionados con la medicina, igual que nunca ha recitado versos en un congreso de médicos. Sin embargo, reconoce que hay algo del poeta que es en el doctor que habla con los pacientes, con los familiares, y que transmite calma, humanidad. No quiere escribir de esto, pero algo se filtrará, porque todo se filtra. « La relación con el dolor , con la enfermedad, te obliga a establecer unos lazos muy humanos y pronfundamente sensitivos con lo que te rodea. Y eso se tiene que trasladar a la poesía», afirma.
Cuando todo acabe retomará los placeres sencillos, esenciales : la lectura, la escritura, los paseos, los amigos, la familia. «El mundo en el que vivimos se nos desmorona en un momento, y lo único que queda en pie son los valores de humanidad, las relaciones personales, el crecimiento interior», sentencia.