El barco romano sobre el que se bañan los turistas en Mallorca

Los arqueólogos han hallado en el pecio de Ses Fontanelles 300 ánforas con la mayor colección de inscripciones pintadas del Mediterráneo, así como muestras de la convivencia del cristianismo y la tradición pagana en el siglo IV

Arqueólogos subacuáticos en el pecio de Ses Fontanelles, a 60 metros de la playa de Can Pastilla de Palma de Mallorca Arqueomallornauta

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Zarpó en el siglo IV d.C. del sudeste de la Península ibérica, posiblemente de Cartagena, cargado hasta los topes con 300 ánforas llenas de salsas de pescado, aceite, vinos y fermentados para la conservación de fruta. Se dirigía a algún otro puerto principal, tal vez Roma, pero por alguna razón aún hoy desconocida el barco se hundió en la bahía de Palma de Mallorca. Allí permaneció durante siglos, oculto bajo la arena, hasta que un temporal removió el fondo marino en 2019. Un buceador lo descubrió por casualidad aquel mes de julio en la concurrida playa de Can Pastilla. A apenas 60 metros de la orilla y unos dos metros de profundidad, Félix Alarcón vislumbró los cuellos de unas ánforas. Entonces no lo sabía, pero acababa de encontrar el pecio tardorromano de Ses Fontanelles , un mercante del siglo IV d.C. en un admirable estado de conservación. «Es muy singular, algo excepcional. Con el Bou Ferrer, es el pecio de la zona hispana que ahora tiene todas las miradas encima», asegura Miguel Ángel Cau , profesor de Investigación de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) de la Universidad de Barcelona. Se han hallado muy pocos barcos de los siglos III y IV d.C. en el 'Mare Nostrum', y menos aún con cargamento hispano.

Desde noviembre a mediados de febrero, un equipo interdisciplinar codirigido por el propio Cau, por Darío Bernal , catedrático de Arqueología de la Universidad de Cádiz, por Enrique García Riaza , catedrático de Historia Antigua de la Universidad de las Islas Baleares, y por Jaume Cardell , jefe de Servicio de Arqueología del Consell Insular de Mallorca, ha recuperado íntegramente el cargamento de la embarcación y se ha llevado gratas sorpresas.

Un arqueólogo subacuático con un ánfora del pecio Ses Fontanelles Arqueomallornauta

«Han salido unas 300 ánforas enteras o fragmentadas, pero completas, con un estado de conservación único porque tienen los opércula (los tapones) puestos, restos del contenido interior y las inscripciones pintadas que dicen qué producto llevaban y su procedencia», explica Darío Bernal. Han contabilizado un centenar de estos ' tituli picti ', con nombres de varios mercaderes, cuyo estudio permitirá conocer mejor el comercio de la época. « Probablemente es el barco que cuenta con más inscripciones pintadas en ánforas de todo el Mediterráneo », sostiene el arqueólogo gaditano. En España solo se han encontrado otros dos barcos hundidos destacados por sus 'tituli picti', el pecio Gandolfo, en Almería, que tiene unas 20 inscripciones, y el de la Albufereta, en Valencia, con unas 25. Según Bernal, «solamente por las inscripciones este pecio es excepcional».

Un crismón y una Diana

Pero el barco romano de Ses Fontanelles ha deparado más alegrías. El análisis de las ánforas, entre las que se ha identificado un tipo desconocido que han bautizado como Ses Fontanelles 1, ha revelado que provienen de talleres del sudeste peninsular. «Es el primer barco procedente de la zona de Cartagena , de Carthago Spartaria, que se localiza en el Mediterráneo», continúa el catedrático de la UCA.

El crismón descubierto en el tapón de algunas ánforas Arqueomallornauta

En los sellos de los tapones de uno de los lotes comerciales han descubierto además un crismón con el monograma constantiniano que revela su pertenencia a una autoridad eclesiástica, quizá al obispado de Cartagena o a un monasterio, y permite datar el naufragio con posterioridad al 313 d.C., año del Edicto de Milán, que estableció la libertad de culto y permitió la expansión del cristianismo. Se trata de un elemento de gran interés para los investigadores ya que además de revelar la actividad comercial de la Iglesia en esa época de los inicios del cristianismo, muestra la convivencia entre lo pagano y lo cristiano. En el mismo barco han encontrado una lucerna con la imagen de la diosa romana Diana , claramente pagana, que debía ser propiedad de alguien de la tripulación.

En las excavaciones se han recuperado además otros elementos, como dos zapatos , uno de piel y otro de esparto, restos de la cabuyería del barco... incluso un taladro de arco usado por los carpinteros de ribera para las reparaciones. Entero y en un increíble estado de conservación, es el único encontrado en España y de los pocos que se conservan en todo el mundo. «Creo que es el cuarto que aparece en todo el Mediterráneo », apunta Miguel Ángel Cau.

Fotogrametría del pecio Ses Fontanelles Arqueomallornauta

El ambiente falto de oxígeno en el que ha permanecido enterrado el barco durante siglos ha conservado en buen estado también el casco del barco de 12 metros de eslora por 6 metros de manga . Según describe Darío Bernal, «está entero, conservado por encima del pantoque como un metro. Tiene el pozo de la sentina, mamparos de separación de la carga y varios puntales colocados in situ».

Los investigadores, entre los que se encuentran Carlos de Juan, Sebastià Munar, Felipe Cerezo, Soledad Solano, Miguel San Claudio, Elisa Fernández o José Antonio Moya, han cumplido su objetivo de recuperar todo el cargamento aunque se ha quedado a las puertas de excavar las claras entre cuadernas. Los pequeños objetos que caen en un barco acaban colándose por ahí y a veces dan con restos que ayudan a datar con más precisión un hundimiento. «Sabemos que es un barco del siglo IV por la tipología de las ánforas y demás, pero si encontráramos unas cuantas monedas que nos permitieran acotar las fechas sería un dato histórico importante», señala por su parte el arqueólogo de la Universidad de Barcelona.

El pecio Ses Fontanelles Arqueomallornauta

No es casual que se hundiera en esa zona de la bahía de Palma. Según explican los investigadores, por documentación antigua saben que toda esa ensenada era navegable hasta el interior. Este barco en tránsito se aproximaría a las Baleares, una encrucijada estratégica de rutas, para refugiarse, aprovisionarse de agua o víveres o hacer alguna reparación a las Baleares. «Posiblemente -especula Cau- estando fondeados en el puerto (no hemos encontrado ningún ancla estibada en el interior del barco), les sobrevino un temporal y debió de ser un hundimiento muy rápido». Tal vez llegaron a recuperar algún objeto de valor, como la bomba de achique que no han encontrado en las excavaciones o el mástil, pero la carga, quizá porque al sumergirse se echó a perder, se quedó allí, prácticamente intacta. Hasta el verano de 2019.

El jefe de Arqueología del Consell, Jaume Cardell, recuerda la urgencia que imprimió el hallazgo. «Teníamos una playa con miles de turistas que se estaban bañando sobre las ánforas». Tras las primeras actuaciones para verificar el descubrimiento y proteger los restos, el Consell «consideró que este era un proyecto serio y apostó por la excelencia», relata Cardell. El acuerdo firmado con las universidades de Barcelona, Cádiz y las Islas Baleares para desarrollar un proyecto trianual llamado Arqueomallornauta estudia no solo este pecio, sino el tráfico marítimo en Mallorca en la Antigüedad Tardía a través de los hallazgos subacuáticos.

El pecio, a apenas 60 metros de la playa Arqueomallornauta

El proyecto, que cuenta con la financiación de Puertos de las Islas Baleares (Ports IB) y en el que han colaborado también la Armada y la Guardia Civil, llevó a cabo prospecciones en la bahía de Palma que han detectado 31 anomalías geofísicas. Algunas están sirviendo para comprender mejor cómo era ese entorno en la Antigüedad y otras han permitido identificar en las inmediaciones restos arqueológicos, como los de un pecio tardopúnico cargado con ánforas de Ibiza. De momento su excavación no entra en sus planes. «Nos ocuparemos de Ses Fontanelles y de estudiar otros barcos para encuadrar el hallazgo y entender este tránsito económico durante la Antigüedad tardía en Mallorca, pero no descartamos poder continuar en esta labor en un futuro», avanza Cau.

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