Barcelona pierde la batalla por la hegemonía cultural

La consulta anual del Observatorio de la Cultura constata que la capital catalana lleva diez años perdiendo puntos en lo que a calidad e innovación cultural se refiere

Ambiente de la última edición del Primavera Sound en Barcelona Efe

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Una década de liderazgo licuado y calidad e innovación cultural a la baja. Una década para perder la batalla por la hegemonía cultural y pasar de encabezar con holgura el ranking a quedar más cerca de la tercera posición que de la primera. Una década en la que, en fin, Barcelona parece haber renunciado a seguir siendo la metrópoli cosmopolita que fue para franquear definitivamente el paso a Madrid. O eso es por lo menos lo que se desprende de la consulta anual realizada por el Observatorio de la Cultura de la Fundación Contemporánea y en la que la capital catalana vuelve a quedar, por décimo año consecutivo, por detrás de Madrid y con Bilbao pegada al cogote.

Desde 2009, el Observatorio de la Cultura viene elaborando una serie de rankings y listados para determinar la calidad e innovación cultural de ciudades y comunidades autónomas. Unos indicadores que surgen de las respuestas de medio millar de expertos de todos los campos de la cultura a un cuestionario fijo y que, en el caso de Barcelona, dibujan una clara línea descendente. A saber: de una puntuación de 83,15 sobre 100 con la que encabezaba la lista de ciudades en 2009 ha pasado a una de 72,10.

Clima político

Por contra, Madrid dibuja una tendencia opuesta y pasa de 81,5 puntos en 2009 a 94,9 en 2019. Normal que desde el área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid se valorase muy positivamente el informe asegurando que «mientras que la cultura en Barcelona se ha ido degradando por el clima político en el que está inmersa la ciudad» en Madrid, donde no existen «este tipo de conflictos», se ha apostado por «cuidar y a potenciar el tejido cultural», informa Marta R. Domingo.

El clima político, sin duda, parece haber afectado no sólo a nivel económico –difícil olvidar el trompazo de la taquilla de octubre de 2017–, sino también en términos de valoración general. Así, en la gráfica de evolución anual de la calidad y la innovación cultural, el primer gran sobresalto para Barcelona llega en 2014, el primer año caliente del «procés» con la deriva de Artur Mas y la consulta del 9-N.

En ese momento, Barcelona pasa de 86,5 puntos a 73,5, sigue cayendo en 2015 (67,3) y cuando empieza a recuperarse (77,9 en 2016) llega el 2017 y la gráfica se desploma de nuevo hasta los 56,9 puntos. Por si fuera poco, durante todos esos años se produjeron también cierres de teatros históricos y librerías legendarias; la crisis golpeó de lleno al Gran Teatre del Liceu; las ordenanzas municipales (ahora revisadas) se cebaron con la música en vivo; el MACBA se enredó en un escándalo que acabó con la dimisión en 2015 de Bartomeu Marí; y las estrecheces presupuestarias limitaron el margen de maniobra de instituciones supuestamente estratégicas como el MNAC.

Una tormenta perfecta que, sumada a la profunda crisis de identidad que dejó la resaca postolímpica y a cierto culto al acontecimiento como sustitutivo de las políticas culturales, deja un panorama cultural algo deslavazado en el que Barcelona, a pesar de crecer respecto a 2018, no lo hace tanto como Málaga o Valencia. Si ampliamos el foco la cosa no sólo no mejora, sino que deja a Cataluña por detrás de la Comunidad de Madrid y el País Vasco. De hecho, sólo 18 del centenar de actividades e instituciones culturales del ranking nacional tienen «denominación de origen catalán». Madrid, por su parte, está presente con 41.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación