Los Balcanes, sin el estigma de la herida trágica

El libro «Maratón balcánico» retoma el interés literario español por esta región clave en la historia de Europa

Dos jóvenes musulmanas se hacen una fotografía bajo el puente de Mostar, en Bosnia y Herzegovina E. VILLAREJO

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La balcanología siempre fue un género esquivo en España. No fue hasta la década de los 90, con la desintegración de Yugoslavia y sus guerras, cuando una nueva generación de escritores se aventuraron con obras de experiencias personales y geopolíticas. «Territorio comanche» , de Arturo Pérez-Reverte, o «La trampa balcánica» , de Francisco Veiga, fueron sus máximos exponentes. El nuevo «viejo horror» del nacionalismo estallaba ahí al lado y, de repente, los Balcanes se pusieron de moda.

Con aquel «boom» balcanólogo cogieron un nuevo aire escritores autóctonos como Ivo Andric, Danilo Kis, Aleksandar Tisma, Ismail Kadaré... todo ello trufado con el acordeón cine-musical de Emir Kusturica. Se acudía a ellos para entender los porqués de unas guerras en ese «otro Mediterráneo», situado a apenas dos horas de avión de Barcelona y donde ciudades como Dubrovnik, Mostar, Sarajevo o Srebrenica se convertían en capitales del dolor.

Veinte años después de la última de las guerras (Kosovo) y con procesos catárticos diferenciados -con UE y OTAN o sin ellas, con turismo de masas o sin él- los Balcanes tienen un nuevo espejo literario español en el que verse reflejado: «Maratón balcánico» (Ed. Caballo de Troya) , del escritor vigués Miguel Roán, ya belgradense de adopción tras una década viviendo en la «ciudad blanca» donde confluyen el Danubio y el Sava. Allí se trasladó tras un primer viaje iniciático de mochilero que le impulsó a luchar por una beca de la cooperación internacional española (Aecid). Es también traductor del antiguo serbocroata y director de la revista «Balkania».

Portada del libro «Maratón balcánico»

Despojado de los viejos estigmas o el tópico «churchilliano» sobre la región («los Balcanes producen más historia de la que puede consumir», dijo el primer ministro británico), Miguel Roán nos adentra en unos nuevos Balcanes a través de 42 relatos, tantos como los kilómetros de una maratón.

Yugonostalgia

Abunda el prisma humano, las historias personales, la voz del ciudadano balcánico y su sentido trágico circundante. Pero también las andanzas del escritor por una región pendular entre la diversidad y la «yugonostalgia», entre lo local y lo forastero: «Quería ir de lo particular a los grandes temas de una manera inductiva, que el lector conociera la actualidad de la región desde un plano muy empático y sensorial. No quería desarrollar bocadillos históricos, ni entrar en sesudas disquisiciones sobre el pasado. Sin embargo, están presentes la memoria, la nostalgia, la crisis de identidad, el conflicto intergeneracional, la violencia, el idioma, la fragmentación de Yugoslavia, el nacionalismo, la corrupción, la apatía, las relaciones campo-ciudad, la estética de la zona, la gastronomía, la cultura, diferentes perfiles...», explica a ABC el escritor.

Retrato sociológico o libro de viajes a través de esos nuevos Balcanes occidentales, «Maratón balcánico» es un libro que también aborda el conocido como «fatalismo balcánico». Como muestra, el inicio de su capítulo 31: «El tren salió a media tarde de la estación de Belgrado en dirección a Bar. Era el Plavi voz (tren azul) conocido por ser uno de los vehículos predilectos del mariscal Tito. Se ha convertido en un museo móvil, con la pretensión de hacer las delicias de todos los yugonostálgicos que van a Montenegro. Sin embargo, uno percibe que la empresa pública de ferrocarriles quiso ahorrarse dinero rentabilizando la yugonostalgia de cualquier manera. El aspecto interior rezumaba desánimo [...] Tardé en recorrer los doscientos kilómetros del tramo en tren Belgrado-Sarajevo -cuando todavía existía- más de nueve horas. Veinte minutos en avión».

Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Serbia, Montenegro, Albania, Macedonia y Kosovo ofrecen las historias de este libro, editado por Caballo de Troya, el sello literario de Penguin Random House para dar a conocer a nuevos valores literarios.

«Los Balcanes pueden ser tan turbulentos como tediosos»

El autor, nacido en el 81, tiene un especial recuerdo para una de esas protagonistas resilentes de un capítulo de su libro: «Es Violeta. Algunos lectores podrán pensar que es solo un lío que tengo con una tía serbia. En realidad, representa a las mujeres que quedaron anuladas por el nacionalismo y la involución de los 90. Durante la época surgió una especie de tribu urbana que eran los "padavicari" , a los que les iba la música grunge, leían a Hesse, Kafka y Beauvoir, tenían una mentalidad abierta y cosmopolita, curiosa por el mundo, en oposición a los "dizelaši", que representaban al nacionalismo, con sus cruces ortodoxas, hooliganismo, el chándal, el pelo rapado y aficionados a la música turbo-folk, que resultaron vencedores durante la transición. Seguramente, habrían sido vanguardia en una Yugoslavia unida, como la actriz Sonja Savic. Ahora son mujeres derrotadas, pero mantienen ese espíritu indómito que es bueno recuperar».

Alejados del foco mediático de nuevo, aunque con el conflicto serbo-kosovar siempre latente, «los Balcanes pueden ser tan turbulentos como tediosos», esgrime Miguel Roán, quien ya prepara otro libro sobre la región: «Balcanismos, manifiesto contra los estereotipos» (Báltica Editorial). Su publicación está prevista para el próximo marzo. La región también vive de modo intermitente el pulso de la nueva Guerra Fría «OTAN-Putin».

Miguel Roán

«Hay que pensar que los países de la región tienen una tradición de no alineamiento, que permanece de alguna manera en sus despachos de Exteriores. La importancia de Rusia en la región es tan importante como relativa. Tiene cierta influencia sobre el sector paneslavista balcánico, y sobre determinados políticos. Moscú puede generar tensión puntual para marcar su esfera de influencia pero no ha evitado la entrada en la OTAN de Montenegro o la firma del protocolo de adhesión de Macedonia del Norte», explica el escritor para entrar de nuevo en la dinámica geopolítica. La misma que alumbró aquel herbor literario de los 90. La que siempre desempolva viejos fantasmas.

-¿Y dónde encontramos la quintaesencia balcánica?, preguntamos a Miguel Roán.

-Sarajevo concentra la historia de Europa en unos pocos barrios, el Imperio otomano desde la Bašcaršija hasta el Hotel Europa, el Imperio austro-húngaro en adelante hasta el barrio de Marjin Dvor y luego la Yugoslavia socialista hasta Ilidža. Y luego la ciudad de Bujanovac, porque reúne a un tercio de población serbia, otro tercio roma y otro tercio albanés. Refleja los interesantes equilibrios de la convivencia interétnica.

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