Anne Rice adoptó el nombre de A. N. Roquelaure para publicar una trilogía erótica sobre «La Bella Durmiente». J. K. Rowling, creadora de Harry Potter, se inventó el seudónimo de Robert Galbraith para escribir la serie negra protagonizada por el detective Cormoran Strike. John Banville se convierte en Benjamin Black para escribir novelas negras. Karen Blixen desarrolló su carrera literaria bajo diversos seudónimos; el más conocido es Isak Dinesen, con el que escribió «Memorias de África». George Sand fue el seudónimo de la escritora francesa Amandine Aurore Lucile Dupin, baronesa Dudevant. George Eliot es el seudónimo que empleó la escritora británica Mary Anne Evans. Fernán Caballero fue el seudónimo que usó la escritora española Cecilia Böhl de Faber y Larrea. El verdadero nombre de la escritora francesa Colette era Sidonie-Gabrielle. Leopoldo García-Alas y Ureña, Clarín. Charlotte Brontë empezó a publicar, junto a sus hermanas, como Currer Bell. José Augusto Trinidad Martínez Ruiz, más conocido por su seudónimo: Azorín. Agatha Christie, la gran dama del crimen, publicó varias novelas rosas como Mary Westmacott.