Jesús García Calero
Archivo Cultural
¿Por qué el Estado ha sido tan torpe, por qué ningún Gobierno ha hecho esa reivindicación del Archivo como fondo cultural?
Hay quien piensa que el del Archivo de Salamanca fue el primer «punching ball» del independentismo catalán. En la madrugada en la que José Luis Rodríguez Zapatero trataba de lograr una mayoría que le permitiera formar Gobierno en 2004, la casa de las Siete Chimeneas, sede del Ministerio de Cultura, echaba humo . Allí, los hombres de Esquerra Republicana de Catalunya, cuyos votos se pedían en la investidura, vendieron muy caro su apoyo. La orden fue ceder a todas sus demandas.
Difícil arreglarlo después, ni cosiendo a medida de aquella noche y de aquellos humos que se gastaba ERC una ley -avalada por el Tribunal Constitucional- en cuyo cumplimiento el celo se durmió. Los humos nacían en las calderas del Pacto del Tinell . Los errores, sin embargo, no fueron achacables a las aspiraciones de la Generalitat, sino al fracaso de quien debía supervisar el correcto cumplimiento del mandato legal. Es de justicia reconocer el tesón de la Asociación Salvar el Archivo , que ha podido documentar cientos de miles de posibles errores en las entregas. Y ha plantado la batalla legal en nombre de todos para que los documentos vuelvan.
Ni los papeles ni el Estatut acabaron con la pugna territorial creciente. Y tal vez debemos subrayar la falta de estrategia de quienes deberían haber dado la vuelta al asunto del Archivo, ya para siempre contaminado por lo peor de la política española. Y para darle la vuelta, la respuesta eran los propios papeles. Las historias asociadas a unos documentos que sirven para que no olvidemos nunca la verdad de los hechos.
La verdad de los hechos, conviene repetirlo, flota en el mar de papeles de la Guerra Civil. Y son también parte de nuestra cultura, como el carné de corresponsal de guerra de Saint-Exupery , las fotos que Dora Maar hizo del «Guernica» o los documentos asociados a actores, escritores y demás figuras de nuestra historia. Podríamos añadir que aún no se ha cumplido ni la prometida exposición de los fondos fotográficos del gran fotógrafo Agustí Centelles, cuyos herederos, Octavi y Sergi, vendieron al Ministerio de Cultura el fondo de negativos para el Centro Documental de la Memoria Histórica. Muchos aún por conocer. Por divulgar. Por exponer . ¿Por qué el Estado ha sido tan torpe, por qué ningún Gobierno ha hecho esa labor de reivindicación cultural? Y luego están los papeles anónimos, que son sustento de nuestra memoria personal y colectiva, para no reeditar las guerras de nuestros antepasados .