Antonio Santo

40 años de videojuegos: de juguetes a obras de arte

La disciplina ha ido evolucionando y creciendo en su ambición artística, hasta convertirse en algo muy parecido a aquello que Wagner llamaba arte total

El videojuego nació como un proyecto de ingenieros probablemente aburridos, ideando travesuras con las máquinas que tenían en el laboratorio. Se convirtió en un juguete audiovisual que envolvía juegos de habilidad y reflejos en píxeles de colores. La tecnología de la época no daba para más, pero cuando ésta evolucionó, muy pronto hubo creadores que se dieron cuenta de las posibilidades comunicativas de aquel nuevo medio.

Cada vez más ha ido evolucionando y creciendo en su ambición artística, hasta convertirse en algo muy parecido a aquello que Wagner llamaba arte total: una disciplina capaz de englobar en sí a todas las demás. Un videojuego actual es una obra muy compleja de arte visual, música, guión, actuación… Pero es más que la suma de sus partes. El hecho de ser un medio performativo (en el que no sólo podemos interactuar, sino que necesita que lo hagamos para completarse) crea un lenguaje nuevo, una forma distinta de contar historias y de vivirlas.

El diálogo con otras artes ya es constante y bidireccional. Hay un intercambio en estéticas, temas, personajes e historias comunes, así como en técnicas narrativas y visuales. Es inevitable: hay varias generaciones de autores que se han criado con un mando entre las manos, y esa influencia se ve cada vez más. Para ellos, el videojuego es una referencia tan clara y personal como los seriales y tebeos de aventuras para Steven Spielberg. También hay varias generaciones de público que participan de ese lenguaje. No hay vuelta atrás.

Aunque aún luche por legitimarse ante la «cultura oficial», como queriendo hacerse perdonar por la frivolidad de la palabra «juego», en el fondo da un poco igual. Es imprescindible para entender la cultura popular contemporánea; un tsunami que no va a desaparecer porque se lo desprecie. En él caben desde festivales de balas y persecuciones a incisivos comentarios sobre el espíritu humano. Es un género cultural vibrante, en constante cambio y evolución, que se cuestiona y reinventa sin cesar. Quien lo desprecie se ha quedado atascado en un capítulo viejo de la Historia. No sabe lo que se pierde.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación