El angustioso relato del día que Pérez-Reverte pudo morir asesinado

El popular novelista y reportero narra cuando, en 1990 en Mozambique, planificaron su muerte junto a dos compañeros de TVE

Arturo Pérez-Reverte Maya Balanya

ABC

Cada domingo el popular novelista Arturo Pérez-Reverte escribe una tribuna en la que nos sorprende con lo que considere oportuno. Y la última de ellas ha sido realmente impactante, pues se trata de un angustioso relato que además recuerda la arriesgada labor del corresponsal de guerra. En esta columna, el escritor cuenta como estuvo a punto de ser asesinado.

El inicio de la columna comienza con un café junto a un excámara de TVE llamado Paco Custodio . «A Paco Custodio, sin embargo, lo he visto menos: tres o cuatro veces desde que dejé la tele. Sin embargo, es parte importante de mi vida. Y casi lo fue de mi muerte», cuenta ya en el primer párrafo, añadiendo posteriormente que se trataba de «un tipo valiente, que, como nos pasa a todos tarde o temprano, rondaba el límite».

Hubo un hecho que unió para siempre a ambos. Ocurrió e n 1990 en Mozambique , haciendo un reportaje sobre la guerra civil. «Fue un viaje sucio y difícil, agotador, con largas marchas por la selva, mosquitos asesinos, el río Shire cruzado en piraguas entre cocodrilos y cosas así. Nos escoltaba media docena de guerrilleros jovencitos; y una noche, cerca de Gorongosa o más bien en mitad de la nada, descansando en la choza de un campamento donde había otros guerrilleros, oímos claramente –hablaban en portugués– al jefe local, un tipo abyecto que estaba borracho como un cerdo, planificar con el jefe de la escolta –lo llamábamos comandante Fernando– nuestro asesinato para quedarse con nuestros relojes, nuestras botas, nuestra cámara y nuestro dinero. Lo haremos por la mañana, decía, cuando abandonen el campamento. Y diremos que los mató el ejército en una emboscada».

A partir de ahí, ambos, junto a un tercer miembro del equipo, un joven ayudante de sonido «enloquecido de terror», establecieron una estrategia para tratar de salir vivos de aquella ence3rrona en la que estaban metidos. «No fue mi noche más tierna ni amable, lo confieso. Paco, por su parte, se comportó con una calma y una resignación profesional extraordinarias. En voz baja discutimos planes para escapar, pero estábamos en una selva desconocida y nuestras posibilidades eran mínimas. Así que resolvimos jugárnosla por la mañana. Al menor indicio de peligro, acordamos, nos liamos a hostias, intentamos quitarles un Kalashnikov, corremos a la selva y que salga el sol por Antequera».

Al final, todo se dio bien, evidentemente, puesto que no hay mayor espoiler que el hecho de que el reconocido novelista haya podido contarnos 30 años después esta tremenda situación. Pero lean la historia completa y su desenlace pinchando en este link .

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación