«El amante de Lady Chatterley», la novela erótica que protagonizó uno de los juicios británicos más famosos de la historia
El ejecutivo inglés prohíbe la exportación de la copia del libro, hasta entonces clandestino, que se usó en este emblemático proceso celebrado en 1960
«La censura es la menor de las dos hermanas despreciables: la otra se llama Inquisición», escribía el dramaturgo vienés Johann Nestroy (1801-1862) con un siglo de antelación a la publicación de la polémica novela del británico D. H. Lawrence, «El amante de Lady Chatterley» . Obra que estuvo prohibida en Inglaterra más de tres décadas, desde su impresión en el año 28 del siglo pasado hasta la celebración de uno de los juicios más mediáticos en la historia reciente de Gran Bretaña (1960).
A Nestroy se consagraron las defensas de la editorial Penguin Books , procesada por publicar el texto íntegro de la edición de 1928 a decisión de la Corona británica y en virtud de la Ley de Publicaciones Obscenas aprobada un año antes. La justicia, esta vez, no le fue favorable a la Corona.
Por las salas del tribunal desfilaron numerosos testigos, desde estudiosos literarios a obispos anglicanos, que se armaron de valor para reconocer el mérito literario de la obra . Tras la absolución, la Cámara de los Lores, en su empeño por demonizar el libro, debatió una moción para prohibir los textos del escritor británico que nunca prosperó, por fortuna.
«El amante de Lady Chatterley», una novela transgesora, se convirtió en un manual clandestino del sexo para primerizos. En España, como en Reino Unido, también se persiguió su divulgación.
Además, por incubar uno de los males del siglo pasado y anteriores, el adulterio de una mujer , el autor tuvo que hacer frente a la condena pública y el escarnio de la Inglaterra de los años 30. Lawrence narra la traición de Lady Constance, de la aristocracia británica, con un guardabosques desde la libertad expresiva del cuerpo de la mujer. Sin reparos ni reservas.
Sexo explícito
Tampoco gustó que D.H. Lawrence no escatimara en detalles cuando glosaba las escenas sexuales entre los dos protagonistas. Sexo explícito y un pudor renovado por la revolución sexual que se avecinaba. Excusa de hacha para el verdugo y leña para que el rodillo censor despachara su secuestro.
D. H. Lawrence vuelve a estar de actualidad a razón de la decisión del Gobierno británico de prohibir la exportación de la copia del libro de D. H. Lawrence, subastado el año pasado a un particular por 56.250 libras esterlinas, que el juez Lawrence Byrne usó en el emblemático juicio. Al libro le acompañaba también un papel original que la mujer del juez anexó para anotar las páginas en las que aparecían los pasajes explícitos.
El Ejecutivo se ampara así en una ley que permite al Estado preservar su patrimonio cultural para negarle a su nuevo dueño la voluntad de vender su propiedad a un comprador extranjero . El Gobierno ha prorrogado la moratoria de compra para ganar así el tiempo suficiente que les resta a los compradores locales para igualar la suma.