Raros y malditos

Aldrich Ames, el hombre que traicionó a la CIA por amor

Delató a agentes de la CIA infiltrados en la Unión Soviética, que fueron ejecutados. Empezó a vender sus secretos al KGB para seducir a una colombiana. Fue descubierto por el alto nivel de vida que no correspondía a sus ingresos. Detenido en 1994 cuando volaba a Moscú, le condenaron a cadena perpetua

Aldrich Ames
Pedro García Cuartango

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Nadie ha causado tanto daño a la CIA como Aldrich Ames , que durante una década traicionó a la organización para la que trabajaba a cambio de dinero. Ames estaba prestando sus servicios en la embajada de Estados Unidos en México cuando se enamoró locamente de Rosario Casas , una empleada de la misión diplomática colombiana. Corría el año 1983 y fue en ese momento cuando decidió vender secretos al KGB para costear el nivel de vida que exigía la nueva relación.

Tras su vuelta a la sede de la CIA en Langley, Ames fue destinado al departamento de contraespionaje, donde llegó a ser el analista responsable de las operaciones de inteligencia en la Unión Soviética. Era la persona que tenía mejor información de la infiltración de espías al otro lado del Telón de Acero . Y no dudo en sacar partido de su posición, delatando a sus compañeros a cambio de casi cinco millones de dólares. Su traición provocó la detención y ejecución de un número indeterminado de agentes. El más importante de ellos fue Dimitri Poliakov , un alto mando en la inteligencia militar soviética que colaboraba con la CIA. Fue ejecutado en 1988 tras ser identificado por Ames. También delató a Valery Martinov , agente del KGB que operaba desde la embajada soviética en Washington.

Ames había entrado en la CIA de forma casual en 1962. Fue contratado como educador. Tras acabar sus estudios universitarios fue enviado al departamento de registro de operaciones. Y, más tarde, fue destinado a la embajada de Ankara para reclutar a espías conectados con el comunismo turco. Tuvo tal éxito en esta misión que la Agencia le ascendió a labores de coordinación de sus actividades en Europa.

Ames no despertaba sospechas, era considerado un servidor eficiente y responsable y la CIA tenía tal confianza en él que le encargó la investigación de Jonathan Pollard , un doble agente al servicio del KGB. Fue una magnífica ocasión para hacer de Pollard un chivo expiatorio de su propia traición, cargándole la responsabilidad de sus delaciones. Pero el alto nivel de vida y algunas contradicciones generaron sospechas en la CIA, que dedujo a finales de los años 80 que había un topo de alto nivel en sus filas por el número alarmante de detenciones de su red soviética. Esos indicios llevaron a la convicción de que Ames no era lo que parecía cuando examinaron sus movimientos en las tarjetas de crédito, que superaban ampliamente su salario.

Ames fue detenido en 1994 cuando se disponía a volar hacia Moscú. Para evitar la pena de muerte, colaboró con el fiscal y relató minuciosamente sus actividades. Ello le valió ser condenado a cadena perpetua, mientras que su mujer fue sentenciada a cinco años de cárcel. El espía, que ha inspirado varias películas y biografías, sigue todavía internado en la prisión de Allenwood a sus 77 años sin esperanza de ser indultado.

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