Alan Nunn May, el brillante científico de Cambridge que traicionó a su país por su convicción comunista
El físico inglés explicaba que no se consideraba un traidor por haber pasado secretos nucleares a la Unión Soviética, ya que su única finalidad era contribuir a la derrota de Hitler y detener el avance del fascismo
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Y en su lecho de muerte, Alan Nunn May dictó un testamento sentimental para que su familia y las nuevas generaciones entendieran su dilema moral. El físico inglés explicaba que no se consideraba un traidor a su país por haber pasado secretos nucleares a la Unión Soviética , ya que su única finalidad era contribuir a la derrota de Hitler y detener el avance del fascismo.
Nunn May murió en Cambridge en 2003 a causa de una afección pulmonar. Tenía 91 años y se había alistado en las filas del Partido Comunista a mediados de los años 30 cuando participaba en un seminario de doctorado en el King´s College de Londres. Era un joven y brillante titulado en Física que se había formado en Cambridge, donde estrechó lazos con Donald Maclean , amigo de Kim Philby y también espía al servicio de Stalin.
Al comenzar la II Guerra Mundial, el Gobierno británico le destinó al proyecto secreto de desarrollo de un radar para detectar a la aviación alemana. Por aquel entonces, había abandonado su militancia y los contactos con el comunismo británico.
En 1942, fue seleccionado junto a las mejores mentes de Cambridge para formar parte del grupo que tenía que desarrollar un reactor nuclear y, por añadidura, estudiar la posibilidad de fabricar armas atómicas. Un año después, fue transferido a Ottawa (Canadá) para trabajar en el Proyecto Manhattan , financiado por el Gobierno estadounidense, cuyo objetivo era utilizar la energía nuclear para construir una bomba.
Fue en ese momento cuando el espionaje soviético se acercó a él y le pidió información sobre su trabajo. Nunn May aceptó colaborar sin ninguna condición a cambio. Más tarde, reconocería que le habían entregado 200 dólares y una botella de whisky . Desde comienzos de 1944, el físico inglés empezó a pasar no sólo documentos fotografiados del Proyecto Manhattan sino además muestras de uranio enriquecido, que produjeron graves enfermedades a quienes las custodiaron.
Nunn May fue delatado en septiembre de 1945 por Igor Gouzenko , un agente del GRU en Canadá que se encargaba de cifrar las transmisiones. Gouzenko se cambió de bando, logrando su impunidad a cambio de aportar las pruebas de la traición.
Tras estar sometido a estrecha vigilancia, su detención se produjo en marzo de 1946. Temiendo una trampa, no acudió a una cita con su controlador en el British Museum. Pero fue arrestado poco después y sometido a juicio. Durante el proceso, Nunn May reconoció que había estado colaborando con el espionaje soviético y fue condenado a diez años de cárcel. Quedó libre en 1952.
El caso Nunn May tuvo unas consecuencias que exceden su papel como espía, ya que marcó la ruptura de la colaboración entre Estados Unidos y Gran Bretaña para desarrollar su programa nuclear de forma conjunta. El FBI acusó de negligencia a Londres y la confianza quedó rota. Tras salir de la cárcel, el físico intentó encontrar trabajo en alguna universidad británica, pero pronto se dio cuenta de que estaba vetado por altas instancias. Por ello, aceptó una oferta del Gobierno de Ghana como profesor de Física del estado sólido. También le encargaron la creación de un museo de la ciencia.
Vivió en aquel país más de dos décadas y volvió a Cambridge a finales de los años 70. Allí reanudó los contactos con sus compañeros, que ya se habían jubilado. Su obsesión era limpiar su nombre y justificar su lealtad al comunismo.