La dura batalla de dos egiptólogos por la tumba de Nefertiti comenzó en 2000

Nicholas Reeves se enfrentó al todopoderoso Zahi Hawass, que le acusó de tráfico ilícito de bienes y le expulsó del país, aunque después fue exonerado

La dura batalla de dos egiptólogos por la tumba de Nefertiti comenzó en 2000 abc

jesús garcía calero

El egiptólogo Nicholas Reeves , el mismo que ahora ha viajado a Egipto para tratar de descubrir la tumba de Nefertiti tras una pared de la cámara mortuoria de Tutankamón (llamada KV62- Kings Valley 62), ha soportado una larga batalla de casi 15 años para llegar a ver su proyecto presentado ante las autoridades del país del Nilo. Esa guerra fue verdaderamente violenta y sin cuartel en la época en la que Zahi Hawass, máxima figura de la egiptología mundial y durante años jefe supremo de Antigüedades de Egipto, terminó enfrentado a Reeves, al que expulsó del país y acusó de tráfico ilícito , la más grave acusación para cualquier arqueólogo.

¿Cómo comenzó la historia? Reeves, que había trabajado como conservador para el Museo Británico y más tarde para el Metropolitan de Nueva York , dos de las más prestigiosas instituciones culturales del mundo, realizó en el año 2000 una exploración con georradar en varias zonas del Valle de los Reyes. De aquellos análisis salieron datos que han sido reinterpretados varias veces desde entonces. De ellos surge la idea de la tumba oculta de Nefertiti .

Lo primero que se investigó fue una anomalía situada muy cerca de la tumba KV62 , la del rey niño Tutankamón. Parecía un simple corredor que había marcado el radar. Pero el proyecto, entregado a un equipo americano liderado por Otto Schaden, acabó siendo un hallazgo asombroso, que se anunciaría en 2006 . Al principio se pensó en la posibildad de otra tumba real, pero después se ha llegado a la conclusión de que era un pozo de embalsamamiento, un lugar de trabajo para quienes aseguraban la los faraones la vida en el más allá . Fue bautizada como KV63 y en ella aparecieron siete sarcófagos y mucho material relacionado con la momificación, sales, telas de lino, inscripciones con los nombres de las esposas del Rey Tut y cerámicas deliberadamente trizadas. No todos los días se produce un hallazgo que permite reconstruir los trabajos previos al enterramiento de los reyes egipcios. ¿Por qué no fue Reeves el encargado de ese proyecto?

Algo debió torcerse entre Reeves y Hawass muy temprano. Mucho antes de anunciarse el hallazgo de KV63. Tan pronto como en 2002 el enfrentamiento llegó a su punto de máxima intensidad. Hawass acusó a Reeves de manejos en el tráfico ilegal y ello derivó en una batalla de más de dos años hasta que las autoridades tuvieron que aclarar que las acusaciones no podían sostenerse con pruebas . Fue algo parecido a una calumnia que, sin embargo, mantuvo al egiptólogo británico alejado del Nilo durante muchos años. Hawass fue el rey de la egiptología hasta 2010 , cuando cayó en mitad de la inestabilidad que siguió a la primavera árabe de egipto y despues de que fuera nombrado ministro por el último gobierno de Mubarak.

Pero con los datos del georadar, Reeves siguió trabajando desde el extranjero. De hecho, recalibró su lectura y -hablamos de 2006- anunció que, utilizando lo hallado en KV63 como guía aplicó esa lectura a la tumba de Tutankamón. Y fue justo entonces, hace 9 años, cuando alertó de que detrás de una pared había una lectura anómala que solo podía significar un pasadizo, un corredor oculto.

¿Era otro pozo de embalsamación? ¿Era una tumba sellada y secreta, sin descubrir? ¿De alguna mujer relacionada con el Rey Niño? ¿De Nefertiti? Reeves exprimió las posibildiades y analizó por la orientación de los corredores la posibilidad de que fuera el sepulcro de una mujer. Pero la mera idea de entrar un ambiente estanco desde el siglo XVI antes de Cristo le hizo detenerse y pedir que se llevase con cuidado una eventual excavación.

Hawass intervino entonces con acritud denunciando las intenciones propagandísticas de Reeves y el hecho de que no presentase sus hipótesis en el ámbito académico (del que le había expulsado). El todopoderoso arqueólogo egipcio llegó a escribir cartas a los periódicos de Estados Unidos con denuncias que trataban de desprestigiar su investigación. Pero el propio Reeves respondió diciendo que había alertado de su hallazgo en KV63 a las autoridades egipcias en 2005, un año antes de que Egipto lo excavara y anunciase el descubrimiento, pero que no había recibido ninguna respuesta. Pensando en que ocurriría lo mismo «acertando o errando en esa apreciación, decidí hacer público mi análisis sin esperar más», dijo Reeves entonces. Y añadió: «Sí, busco publicidad, claramente, pero no por ambiciones personales, sino para lograr que vuelva el trabajo arqueológico al Valle de los Reyes, un trabajo con el cuidado y la atención que merece y necesita tan desesperadamente». ¿Una crítica velada a Hawass y su modo de gestionar el reino de la Arqueología? Sin duda .

Después de la caída de Hawass en 2010 y una vez que se ha estabilizado algo la política cultural, Reeves ha logrado otra vez cierta complicidad de las autoridades egipcias y ha vuelto a El Cairo para presentar de nuevo su proyecto, con el cebo de Nefertiti.

¿Estará la bella reina (que no era madre de Tut, sino esposa de su padre) reposando tras la pared y el corredor sellado durante 35 siglos?

La solución antes de fin de año . Pero aún las ascuas de la guerra Hawass-Reeves obligan a mantener la prudencia incluso del ministro Al Damati, cuya invitación al egiptólogo británico a visitar el país no debe haber agradado en absoluto al ex jefe del Consejo de Antigüedades. Oficialmente, en el gobierno creen ya cierto que hay estancias por explorar en KV62. Pero no dan su brazo a torcer con Nefertiti. Piensan en otras hipótesis, como la tumba de Meritatón .

El retorno de Reeves con su teoría ha obligado al propio Hawass a salir de su sepulcral silencio el pasado verano cuando el británico comenzó a reactivar el proyecto para anunciar que es casi seguro que no hallará nada. No ve indicios, ni cree en sus datos. Ha tratado hasta el último minuto que esta excavación no se produzca.

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