música

Noche de cante caro, noche de cante jondo en La Unión

El Pele y Capullo de Jerez emocionan a un público entregado en el Festival del Cante de las Minas

Noche de cante caro, noche de cante jondo en La Unión pablo sánchez/agm

patricio peñalver

Se palpaba en el ambiente que iba a ser una noche de cante grande y mucho más, entre bambalinas, después de comprobar el ánimo y la predisposición con las que los cantaores antes de subir a las tablas, a ese escenario que tanta historia tiene y que hace que a los cantaores les recorra un hormigueo por la espalda ante de subir al escenario.

Comenzaba cantando El Pele y con esos aires caracoleros de zambra ya anunciaba como le dolía el alma, señores, de tanto llorar. Y sino para llorar, sí para emocionarse ahí dejó un ramilletes de potentes solerares, sentidas que llegaban al alma; en la actualidad muy poco cantaores pueden igualar el cante por soleá del cantaor cordobés. Y sí por soleá emanaba emoción, con otra serie de siguiriyas, con ese remate por cabal, se dolía y transmitía el drama y la tragedia, también en el sentido de las obras griegas, con esa siguiriya que cantaba Enrique Morente: «Mi ropita yo vendo/ ¿quien me la quiere comprar?/como la vendo por poquito dinero/pa' tu libertad».

De las impresionantes siguiriyas, pasó a las malagueñas con abandolao haciéndole un guiño al Festival de Lo Ferro , con un cante por ferreñas; ya a esta altura del recital El Pele y el público formaban un partido único. La transmisión de sus cantes era total. Y la alegría llegaba por una serie de alegrías, también con la guitarra de Patrocinio Hijo que le marcaba el compás, con ese estilo de alegría de Córdoba: «Pregúntale al platero/ que cuánto/ el ponerle en los zarcillos/ mis iniciales». Y otro guiñó más con aquella alegría que cantaba Morente de aquel poema de Rafael Alberti: «Si mi voz muriera en tierra llevadla al nivel del mar /y dejadla en la ribera. /Llevadla al nivel del mar /y nombrarla capitana /de un blanco bajel de guerra». Antes Manuel Moreno «El Pele», también acompañado por la guitarra de Niño Seve, ya había dicho: «El flamenco es muy grande. Cada uno hace lo que buenamente puede y yo lo hago a mi manera y pa que los que vienen detrás se acuerden de un morenito que cantaba así por alegrías». Y por fandangos decía: «Qué frío tengo abuelo, déjame un ratico más en la cama, tú no ves que está lloviendo, ya iré al colegio mañana», y por fandangos seguía cantando a capela de un lado al otro el escenario, jaleado por el público; hasta llegar con el público al paroxismo total con los tangos, en los que pidió la colaboración de las palmas del respetable y estalló con un éxito de hace años: «Yo vengo del Moro». El Pele con su arrolladora personalidad, con el riesgo y la improvisación que le pone al cante , dejó una de esas actuaciones que quedan en nuestra memoria, en el disco duro.

Muy alto dejó el listón El Pele y Capullo de Jerez tuvo que salir muy duro c on su declaración de intenciones: «Soy de Jerez y vengo a cantar por Jerez». Y comenzó cantando bien por bulerías por soléa; le siguieron unos fandangos que con su forma de interpretar y su gestualidad empezaron a calar con su «trasmisión de pensamiento». El Capullo de Jerez había salido espoleado y quería cantar en un tono muy alto y en algún un momento tuvo que bajar su tono con el de la guitarra y había que trastocar la cejilla. De pronto, dijo: «Voy a atreverme a cantar por seguiriyas» y cantó con mucha entrega y vaciándose. Prosiguió por martinetes; hasta llegar a la parte festera, a la fiesta jerezana que empezaba con el soniquete de la guitarra del Niño Jero, que se lucía y al que el público jaleaba. Y se puso en marcha el ventilador, la máquina de la bulería y el público movía la cabeza, llevaban el compás con el pie, y algunos soltaban las palmas sin querer, o vaya usted a saber, tal vez queriendo. Con la gracia jerezana que tiene el Capullo de Jerez y con sus ocurrencias interactuaba con el respetable que le pedía más y que cantaba a la libertad: «Esto no cambia, esto sigue igual, pagamos los pobres… Lucha por la libertad», y jaleaba el ambiente. Un bis y otro y Capullo de Jerez se arrancaba por uno de sus temas muy conocido, esa bulería que dice. «Enciéndeme la luz, Apágame la luz». Y parecía que se iba pero ahí seguía, ahora bailando con la sonanta del Niño Jero, cantando a capela desde un lado al otro escenario, emocionando a todos los que tuvieron la suerte de asistir a una gran noche de cante caro, de cante jondo, emocionando hasta al Niño Jero que le caían unas lágrimas...

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