Eva Escudier: «Me cuesta bailar pegada a la tierra»
Eva Escudier es una actriz de dilatada experiencia que está especializada en diferentes palos de las artes
Actualizado:Es la conclusión a la que llegó Eva Escudier cuando compañeros y profesores le hicieron entender que estaba hecha para algo que, quizás, nunca se había planteado. Una exhibición artística que comienza en el suelo, a ser posible al son de alguien que aporte un «extra» al espectáculo porque «siempre intento acompasarlo con algo más», explica. Por eso, durante su última aparición en Cádiz estuvo acompañada del saxofonista Jesús Clavero, o, en la inmediatamente anterior, en la Noche Blanca de San Fernando, por la brillante voz de Milián Oneto. Chiclana, El Puerto, Puerto Real o Sevilla son otras de las ciudades que han contado con este chorro de arte que Escudier ha interiorizado como el sumun de su expresión artística.
«Siempre quise danzar en el aire»
Todo empezó hace aproximadamente cinco años. Ver un cartel en la calle con la palabra «intepretación» no es algo que Escudier conciba sin, posteriormente, marcar el número que aparece a continuación. Desde luego acertó «porque parecía que siempre me había dedicado a ello» y, desde entonces, puede considerarse su exhibición «estrella» dentro del mundo de las artes escénicas ya que «mi sueño siempre fue bailar en el aire», confiesa, o lo que es lo mismo: «volar» al ritmo musical de su acompañante, dibujar formas imposibles engañando a los presentes para que la confundan con un ángel. Debido, en parte, a las telas vaporosas que viste a juego con las que penden de su propio «chiringuito». Porque así llama a la estructura fabricada por ella misma con la ayuda de su padre, engalanada con luces que parecen luciérnagas –nombre que recibió, por cierto, su último espectáculo–.
En efecto, «me apasiona el arte en todas sus manifestaciones». Quizá por eso practicó la gimnasia artística desde edades tempranas y más tarde se aventuró con el ballet. La misma razón que la llevaría a compenetrar estas cualidades con el teatro durante su etapa en el instituto. De entonces recuerda «todas las obras que hacíamos los compañeros de una gran generación» -entre ellos, el conocido Alex O’Dogherty- y, especialmente, el dúo de clown -payaso- que formó con su profesor, el también actor Monchi Cruz, y que apodaron de «La Mandrágora». Fue el momento de iniciarse en lo que en adelante se convertiría en su pasión.
El arte, en toda su dimensión
Posteriormente marchó a la capital hispalense para estudiar la carrera de Historia del Arte, porque «admiro el concepto en todas sus vertientes, así como a sus protagonistas con independencia de si pintan, proyectan un edificio o actúan sobre el escenario».
Sin embargo no abandonó, ni por un momento, el plano escénico; lo amplió integrándose en la vorágine de teatro clásico que inundaba Sevilla en aquel momento. Allí, en el aula de cultura de la Facultad, se encargó junto a dos compañeras de contactar con magníficos profesores para que impartiesen, subvencionados por la Universidad, cursos de todas las modalidades. Tampoco abandonó el baile. Aprendió nuevos palos, con especial protagonismo de los estilos modernos para ampliar el abanico hasta entonces desplegado. Pero llegó el momento de la especialización, y desde allí aterrizó en Madrid con la intención de cursar un máster de Diseño en Gestión de Exposiciones.
Es, desde entonces, su profesión «oficial», lightner designer, y, desde luego, ha sabido sacarle partido. Empezó diseñando iluminaciones comerciales. Con empresas muy potentes del sector llevó a cabo proyectos de envergadura como la iluminación de viviendas «de postín» pertenecientes a personalidades importantes, también de hoteles de primera clase. Finalmente optó por hacerse freelance, lo que le permite mucha más libertad a la hora de componer sus propios diseños. El Museo de Córdoba o la iluminación de la Plaza de España, en Sevilla, son algunos de los trabajos que más le han gratificado, como no puede ser de otra forma, esto es «la iluminación de museos, de obras de arte, con la que busco generar las mismas sensaciones que cuando subo a la tela». «Ningún espacio existe si no hay luz», sentencia.