historia
Napoleón: gloria intacta
Socialistas, comunistas e izquierdistas nacionalistas franceses siguen viéndolo como un héroe revolucionario
![Napoleón: gloria intacta](https://s2.abcstatics.com/Media/201506/17/foto-napoleon-gloria-intacta--644x362.jpg)
La catástrofe de Waterloo no empaña en absoluto la intacta gloria de Napoleón en el paraíso imaginario donde casi todas las familias políticas francesas encuentran motivo de orgullo y una brizna de sus propias raíces sentimentales.
Los conservadores y ultraconservadores nacionalistas siguen viendo en Napoleón -junto a Luis XVI y el general de Gaulle- el héroe nacional arquetípico, capaz de «proyectar» en el exterior la «gloria» nacional, incluso al precio fuerte del derramamiento de sangre en toda Europa.
Socialistas, comunistas e izquierdistas nacionalistas siguen viendo en Napoleón el «héroe revolucionario» capaz de «defender» y «propagar» la «revolución» por toda Europa, justificando el imperialismo militar en nombre del «progreso revolucionario». Esa visión «heroica» es uno de los pilares del Panteón político nacional, cuyo emblema canónico es el Arco del Triunfo, en la Plaza de la Estrella, construido por Napoleón, precisamente, a mayor gloria de su gesta imperial militarista. Todas las grandes ceremonias patrióticas culminan en la tumba del soldado desconocido, que se encuentra al pie de ese monumento. El fuego, la sangre y los cadáveres de un largo rosario de incruentas batallas se «justifican» en nombre de la gloria nacional.
Sin duda, algunos liberales ultra minoritarios, algún ecologista despistado, algún historiador «agnóstico» en materia de imperialismo patriótico, llegan a atreverse a decir, en voz alta, en alguna emisión de radio o TV, palabras como «dictador», «tirano», «sanguinario», «megalómano»... pero tales atrevimientos son rápidamente silenciados con la voz imperiosa de un presentador consciente de sus «deberes patrióticos».
Peor que Waterloo , en el imaginario político francés, son las sublevaciones populares contra el ejército invasor de Napoleón. Waterloo puede celebrarse como una suerte de «épico» canto del cisne de un aventurero militarista, el héroe con una «gran ambición nacional».
Batallas menos «épicas», como la sublevación del pueblo de Madrid, el 2 de mayo de 1808, son «detalles menores» enterrados en la tumba de un piadoso olvido . Baudelaire y la gran crítica francesa descubrieron muy pronto a Goya, cómo olvidarlo. Pero ese descubrimiento no llegó hasta los legendarios «Fusilamientos del 3 de mayo» goyescos, inmortalizando el comportamiento criminal de las tropas de ocupación francesas (la soldadesca napoleónica) y el heroísmo del pueblo de Madrid.
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