La Guerra de las Dos Rosas, posible inspiradora de Juego de Tronos
La semejanza entre los personajes reales y los de George R.R. Martin resulta evidente
La realidad a veces supera a la ficción y, a veces, como la presente, puede ser su fuente de inspiración. Es lo que parece sugerir El Comercio cuando hace una clara analogía entre La Guerra de las Dos Rosas y el guión de George R.R. Martin que dio lugar a Juego de Tronos.
El comienzo de la Guerra de las Dos Rosas se enclava en 1377, a la muerte de Eduardo III. Su hijo mayor había muerto antes que él y fue nombrado herededo su hijo Richard II, de diez años, por delante de los tres hijos sobrevivientes de Eduardo. La omisión de toda una generación dio lugar a toda una serie de reclamaciones que se fueron sucediendo a lo largo de años y descendencias hasta que se forjaron en dos ramas y dos emblemas: Lancaster y su rosa roja, y York y su rama blanca.
A lo largo de años y años de guerras, con sucesiones en el trono, pactos, traiciones y subidas y caídas de los diversos reyes, se pueden apreciar en la historia semejanzas claras entre los personajes históricos y los de ficción. Así en Margarita de Anjou se puede ver a la pérfida Cersei y en Eduardo de Westminster al canallesco y odiado Joffrey. También en la trayectoria a la corte y fuera de ella apreciamos en Richard de York al mismísimo Ned Stark, así como una serie de personajes menores.
La guerra duró casi un siglo y se decidió con la irrupción desde Francia de Henry Tudor que, con un gran ejército, derrotó en 1485 a Ricardo III cuya subida al poder había producido una escisión en los York. Henry se casó con Elisabeth de York y de esa manera unió a las dos rosas y con ella dio fin a una guerra casi eterna.