El origen de los insultos más populares
El repugnante animal que se utiliza para hacer daño
El término sabandija se utiliza en sentido figurado, con el objetivo de equiparar a la persona despreciable y dañina con este pequeño reptil
Cuando alguien nos traiciona por la espalda, una sensación de abandono nos invade. Confiar en ciertos sujetos que no lo merecen, es tan injusto como a veces necesario. En ocasiones las circunstancias obligan y toca fiarse de aquel que te la acabará clavando por la espalda.
Pancracio Celdrán, en su «Inventario General de Insultos», explica que el término «se dice en sentido figurado, teniendo en mente al reptil pequeño, o al insecto repugnante y molesto. Persona despreciable y dañina».
El poeta del Cancionero, Juan Alfonso de Baena, pone en boca de cierta dama la siguiente poesía satírica declarando a su galán por qué lo rechaza:
Ca me han fecho entender
que sóis mala savandija,
e que tenéis una agrija
do la non queréys tener.
Según el propio Celdrán, la primera referencia sobre el término se establece a finales de la Edad Media, mientras que durante las primeras décadas del siglo XVI el término gozó de popularidad, «siendo insulto liviano».
El poeta y dramaturgo del Siglo de Oro Sebastián de Horozco coloca, en su Representación de la historia de Ruth, el vocablo en la boca de cierto lobo
¡Oh, qué gentil sabandija
(...) otro moço es menester ...
Pero el apelativo sabandija no solo se usa en sentido peyorativo. «Referido a los muchachos, se dice del que es inquieto, sumamente travieso y activo, que no descansa ni deja reposar a los demás, lagartija o zarandillo incansable cuya actividad no reporta beneficio ni utilidad», zanja Celdrán.
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