San Fernando salda una deuda pendiente con Camarón, el gran mito del flamenco
En pleno proceso por poner en valor el legado del cantaor y construir un museo en San Fernando, Diputación recupera una de las obras principales sobre su vida
Actualizado:Hay quien habla de una deuda pendiente. Hay quien considera incomprensible que la figura de Camarón se desdibuje por la ciudad que acunó sus cantes, por la localidad que llevó a todos los escenarios en su apellido artístico. Hay quien simplemente ve en ello un nuevo ejemplo de que nadie es profeta en su tierra (como recogió el evangelio de San Juan a la hora de describir el desprecio que Jesús recibió de Nazaret al explicar la ley en su sinagoga).
Ninguno se aleja de la razón e incluso el último se refuerza con hechos de la propia vida del cantaor, pues uno de los desengaños más dolorosos de su carrera profesional lo tuvo en La Isla «cuando una entidad isleña flamenca con ayuda oficial organizó un festival flamenco y le pagó más a Juan Peña (el Lebrijano) que a Camarón. No le dolió por el dinero, le dolió porque La Isla lo considerara menos».
Es un extracto de 'Camarón, vida y muerte del cante', una de las primeras biografías escritas tras la muerte del artista a manos de Enrique Montiel. Ahora la Diputación de Cádiz ha decidido reeditar la obra, dentro de los pasos que se están acometiendo para saldar esa deuda, para que la lógica impere y para que San Fernando se rinda a uno de sus hijos más universales. Y es que desde el Ayuntamiento isleño hace años que se trabaja (con Enrique Montiel precisamente al frente) por recuperar el legado del cantaor y promocionarlo a través del denominado 'Espacio Camarón'. Un proyecto en el que ya se han dado pasos como la licitación de la rehabilitación de la casa natal del cantaor o el proyecto de crear su museo en la Casa Lazaga.
El Centro de Congresos reunió para la presentación de esta obra a Paco Cepero, uno de los guitarras que tocó para Camarón, o Ricardo Pachón, el productor musical que impulsó la 'Leyenda del Tiempo' aquella obra que ahora se considera revolución del Flamenco pero que era devuelta por los gitanos al Corte Inglés cuando se escuchaba por primera vez.
Un aluvión de críticas y desmanes que hizo que Camarón le pidiera a Pachón que el próximo disco fuera de guitarra y palmas, anécdotas que el productor siempre suele rememorar a la hora de hablar del que considera fue uno de los más grandes de la música.
Y es que la incomprensión marca la carrera de Camarón y por ello atrae tanto una figura que se perdió cuando comenzó a ser reconocido y por ello atrae una persona que se salía de los esquemas de los puristas (si bien no se puede poner en duda su pureza) y de la grandeza por su actitud humilde y tímida. «Era tan grande José, que como persona, resultó ser un perfecto desconocido» asegura en su prólogo uno de los periodistas más insignes de San Fernando, Pepe Oneto, que fue el germen de este libro que en un principio pensó en escribir él mismo para dejar que la tarea fuera emprendida por Montiel.
Ricardo Pachón siempre refiere que Camarón decía que prefería un plato de potaje a la Llave del Cante de Oro (único al que se la han otorgado una vez fallecido). Esas pequeñas frases, esas pequeñas cosas que ahora refuerzan el mito, que ahora crean la leyenda de un Camarón que como él mismo decía había pasado más hambre «que un caracol en un cristal» y que al final pedía Salud más que dinero.
Un libro diferente
Y es en ello en lo que destaca este libro «porque no se trata de una postal sobre Camarón sino que se sumerge en su mundo y lo hace desde una estructura original más allá de la cronología», tal y como explicó el propio autor a la hora de referirse a la obra. Y es que se adentra en lo que era San Fernando en la época del «artista de los artistas» (como en más de una ocasión se recoge), lo que era La línea, el entorno, las amistades. Y no pasa de largo sobre los temas más oscuros, aquellos que refieren a los problemas con diferentes sustancias o el accidente de tráfico que tuvo el cantaor, y en el que murieron dos personas, o los días que estuvo en el calabozo por amenazar a un policía que al parecer le increpó por dejar mal estacionado el coche para ir a la playa de Camposoto.
«La idea de esta reedición parte por presión de mi hijo y al ver como el libro se vendía por 120 euros en distintas plataformas o se podía encontrar por 80 euros en Australia. Había demanda de ejemplares y vi que era necesario, además de ser necesario recoger todo lo que vino después», remarcó Montiel.
Porque era preciso contar los avatares para lograr la Llave del Cante, lo que solo unas gargantas consiguen y que siempre se había dado en vida. Aquella exposición por los 50 años que Camarón hubiera cumplido si no se lo hubiera llevado la muerte y que no sirvió para conseguir un museo del artista en San Fernando y los trabajos que ahora se están haciendo para conseguirlo. «Ya se ha conseguido un acuerdo con la familia y eso es gracias al empeño y la fe de Loaiza en recuperar el legado del cantaor para San Fernando. Yo no hablo de deuda pendiente ojo, pero sí que es necesario darle la proyección que se merece».
Y sobre todo por la demanda, porque aún se busca «un libro que es diferente porque da un rodeo para poder mostrar la grandeza que tenía Camarón. Es consciente que lo que hace es innovar, revolucionar el Flamenco sin perder la esencia porque era la pureza. Pero es tan grande lo que hace que resulta complicado de explicar».
Lo que está por llegar
Para el alcalde de San Fernando y presidente de Diputación, José Loaiza, era «un día muy especial», porque se daba otro paso en el camino que decidió emprender (y que no resulta nada sencillo) a la hora de poner en valor la figura de Camarón. De esta manera mostró tan solo dos minutos con partes de un documental de una media hora, que se ha elaborado para se exponga de manera exclusiva en el futuro Museo Camarón, que será también un Centro Contemporáneo del Flamenco y en él tendrán su hueco otros insignes flamencos isleños como Chano Lobato, Niña Pastori o Sara Baras.
Además aprovechó para anunciar que se espera que sea a lo largo de este mes cuando comience la obra para la recuperación de ese patio de vecinos de la calle Carmen en la que Camarón dio sus primeros pasos y aprendió los cantes a través de su madre. «Yo escuchaba cantar a mi madre, sobre todo, que cantaba para rabiar, con mucha personalidad, y se puede decir que aprendí de ella, hacía las cosas de ella,... aunque también tenía los discos antiguos de flamenco».