EL ORIGEN DE LOS INSULTOS MÁS POPULARES
La bondadosa hipocresía del meapilas
El origen del calificativo es resultado de la fusión de dos palabras y una gran dosis de imaginación
![La bondadosa hipocresía del meapilas](https://s1.abcstatics.com/Media/201503/16/miguel-delibes-foto--644x362.jpg)
«A Dios rogando y con el mazo dando». Dentro del genial refranero español, siempre hay un dicho que encaja con el tema a tratar. La exaltación no siempre casa con el aparente grado de compromiso que muestra nuestro protagonista: un devoto que se pasa la vida rezando, pero no demuestra caridad con el prójimo.
En «El Gran Libro de los Insultos», publicado por la editorial La Esfera, Pancracio Celdrán define al meapilas como un «santurrón, beato; measalves o persona hipócrita que se da golpes en el pecho y entona el Yo pecador, pero cuya conducta no está a la altura de su pretendida piedad».
El origen del calificativo es resultado de la fusión de dos palabras y una gran dosis de imaginación. «Es voz compuesta en la que el término pila alude a la del agua bendita situada a la entrada del templo y usada para persignarse o santiguarse quien entra en el lugar sagrado. Por otro lado, el verbo mear está empleado en sentido figurado: lo que mea el santurrón es el agua bendita de tanto tomarla», cuenta el autor, al tiempo que expone otro camino similar. «También se alude indirectamente a la costumbre de beber ese agua ciertos enfermos a quienes se la receta algún santero o curandera».
Continuando con la línea habitual que presenta la amplia y variada riqueza de nuestro vocabulario, es lógico trazar recorrido por la geografía española para volver a constatar, una vez más, que según camines de un punto a otro te podrás encontrar con diferentes formas de aludiar al meapilas. «En Canarias: tragamisas. En la toledana Navahermosa llaman así al mojigato. Tragahostias y rosigaaltares dicen también a estas criaturas referido a que no siempre la devoción se traduce en buenas obras».
Miguel Delibes escribe en Diario de un emigrante (1958):
Uno, mal que bien, tiene sus creencias y de esta manera parece que como todo fuese una coña. Y no es que uno sea un meapilas, pero las cosas serias, serias son y no hay por qué menearlas.
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