El origen de las insultos más populares
Así era el sujeto miserable y ruin que perseguía el Fuero de Madrid
El apelativo jodido se usa con voluntad ofensiva desde el siglo XII
Como avisaba el insigne Camilo José Cela, Premio Nobel de literatura en 1989, «no es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, porque no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo». En el argot más barriobajero hay palabras que a pesar de su malsonancia están totalmente arraigadas. Pancracio Celarán, autor de «El Gran Libro de los Insultos», publicado por la editorial La Esfera, expone que el vocablo jodido alude al sujeto miserable, ruin y malintencionado que en su dañina actitud busca el enojo de la gente.
El origen del apelativo se centra en el participio pasivo del verbo latino futuera: fututus in culum (sodomita paciente, literalmente 'jodido en el culo') y se usa con voluntad ofensiva desde el siglo XII. En el Fuero de Madrid (1141) se lee:
Toto homine qui a uezino uel a filio de uezino aut a uezina uel filia de uecina, qui a mulier dixerit puta aut filia de puta uel gafa, et qui al baron dixierit alguno de nomines uedados fudid in culo aut filio de fudid in culo aut cornudo aut falso...
Una inscripción granadina del primer tercio del siglo XIV dice a modo de maldición: ¡Fodido sea!.
Celdrán apunta que antaño, fue insulto grave, utilizado a menudo como refuerzo de puto y ejemplifica con un par de líneas del dramaturgo Torres Naharro en su Comedia Soldadesca (1510):
Mal año y negra vejez
meresce el puto hodido...
«Coetáneamente, el autor dramático y músico Lucas Fernández, en su Farsa del nacimiento pone en boca de un pastor el calificativo hodido en un momento en el que también se emplean las formas jodiú y otras con el valor semántico de ruin y molesto, acepción asexuada dicha a quien es enfadoso y pesado». También se dice rejodido al malasombra que disfruta fastidiando a los demás.
No obstante, en este caso la carga semántica del vocablo no es el factor más importante para explicar su capacidad ofensiva. «Importan más los factores suprasegmentales o la voluntad del hablante, donde el término soporta significados y matices como el de persona muy fastidiada, física o moralmente hecha polvo», señala el autor.
Noticias relacionadas
- «Pichabrava», la versión masculina de la ninfómana
- El insulto que acabó con Cleopatra, la reina más bella de Egipto
- El gafe, según Alfonso X El Sabio: cornudo, traidor y hereje
- «En Cádiz dicen julay al sinvergüenza, pero en Navarra llaman así a los gitanos»
- La filosofía del abrazafarolas: «Que hablen de ti, bien o mal, pero que hablen»