El origen de los insultos más populares

La cigarra más holgazana de la literatura española

Existe una fábula infantil que pone en valor el trabajo de la hormiga en contraposición con la vagancia de su compañera de aventuras

La cigarra más holgazana de la literatura española IGNACIO GIL

A. S. MOYA

Ya en la propia escuela suele darse una diferenciación entre los más pequeños. Indistintamente y sin ser conscientes, los niños van siendo examinados en función de su nivel de rendimiento. Durante el curso escolar, las evaluaciones se van sucediendo, quedando la última para el dichoso mes de septiembre. Una fecha maldita para los rezagados que deben desempolvar los apuntes durante los ociosos meses de verano. En un mundo ideal, pocas veces ser un holgazán debería acarrear recompensa, pero en el mundo real, por desgracia, no queda tan claro si la cultura del esfuerzo es el mejor camino para lograr ciertos objetivos.

Pancracio Celdrán, escribe en «El Gran Libro de los Insultos», publicado por la editorial La Esfera, que el holgazán hace referencia al «gandul, haragán; criatura acostumbrada a pasar con el mínimo esfuerzo; persona indolente que se consume en la molicie». Un término que ya queda reflejado en las Coplas de Mingo Revulgo (1464):

Andase tras los zagales

por estos andurriales

todo el día embevecido,

holgazando sin sentido,

que non mira nuestros males...

Apacienta el holgazán

las ovejas por do quieren....

Dos siglos más tarde, Covarrubias define así a la ofensa en su Tesoro (1611): 'El que no quiere trabajar y se anda vagamundo y ocioso'. Y en 1781, Félix María de Samaniego mediatiza la ofensa en su popular fábula infantil de La cigarra y la hormiga:

La codiciosa hormiga

respondió con denuedo,

ocultando a la espalda

las llaves del granero:

¡Yo prestar lo que gano

con un trabajo inmenso!

Dime pues, holgazana

¿qué has hecho en el buen tiempo?

El autor revela que la palabra holgazán es familia léxica numerosa, de donde derivan «términos como holgón, aumentativo despectivo derivado de holgar (estar ocioso), divertirse: del latín tardío follicare (folgar), dicho de quien siendo un gandul disfruta de la vida, vive de mogollón y pasa el día en busca de diversión». Existen diferentes vocablos que aluden al holgazán según el lugar donde se asiente. «En la villa leonesa de Cepeda y en toda la Maragatería le llaman forgacián, término del que es variante corrupta. En la comarca leonesa de los Ancares dicen folgacián. En la ciudad extremeña de Coria, holgacián. En el lugar asturiano de Cisterna dicen fulgazán y en puntos de La Rioja utilizan el término holgorrón».

Juan Eugenio Hartzenbusch emplea así el término en la segunda mitad del XIX:

Encontró a su sucesor

fuera del molino, en corro,

jugando con siete holgones

una merienda de pollos.

También el célebre escritor madrileño Ramón de Mesonero Romanos expone:

He venido a quedar tan holgachón y tan horro de todo trabajo que se pasa una vida que ni un canónigo del antiguo régimen.

La cigarra más holgazana de la literatura española

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