Ibermúsica, un referente indiscutible

Es fácil hacerse una idea de la historia de Ibermúsica recorriendo el archivo histórico incluido en su página web (Ibermusica.com). La lista de orquestas e intérpretes, incluyendo directores, obras y estrenos que ha presentado a largo de cuarenta y cinco años de actividad no deja lugar a dudas sobre la importancia de una empresa que es puente entre la mejor música del mundo y la sociedad de nuestro país. Lo vivido está soportado en nombres (basten cinco inmediatos entre cientos) como Abbado, Barenboim, Guilini, Celibidache o Boulez; el presente a través de un proyecto que nació innovador y que, en un país resignado a ser musicalmente achacoso, defiende objetivos estrictamente actuales. Hoy, que todo es creer en la iniciativa privada, que se habla del talento y la innovación, de la singularidad cultural y del auge de la presencia internacional española, a pesar de que la marca España (marcaespana.es) produzca alipori cuando trata el tema, Ibermúsica debería ser un referente indiscutible.

La gran Europa, y Francia fue un ejemplo, ha crecido sabiendo que hacer política es hacer cultura. En el caso de Alfonso Aijón cabría decir que hacer empresa cultural, organizar conciertos primando la calidad, es participar de un complejo proceso de formación capaz que entroncar con el clásico «instruir deleitando» de Horacio. Pero España es un país extraño, que reniega de los suyos y al tiempo los hechiza. Por eso, Aijón, que no sabe de fronteras, que ha caminado por el mundo desempeñando mil ocupaciones, podría haber hecho fortuna en un refugio paradisíaco antes de seguir peleando. Por el contrario, aquí comenzó organizando conciertos de primeras figuras, en algunos casos, con cuatro gatos entre el público, y capea la actual crisis observando asistencias menguadas de espectadores y abandono de abonados, y, por tanto, de su principal fuente de financiación.

No es el primer apuro en su vida y no debería ser el último. En ello confían quienes ven en él a alguien elegante, culto, educado y un punto satisfecho, un romántico en tiempos de obviedades. El emprendedor que pudiendo reunir para él y a su alrededor a los mejores músicos decidió un día compartir esta extraña afición con muchas otras personas.