EL ORIGEN DE LOS INSULTOS MÁS POPULARES

¿Estás hablando con un tonto o con un necio? Aprende a diferenciarlos

«Todo necio confunde valor y precio», ya lo avisaba en sus Proverbios y Cantares el célebre poeta Antonio Machado...

¿Estás hablando con un tonto o con un necio? Aprende a diferenciarlos JUAN FLORES

A. S. MOYA

En un mundo donde La conjura de los necios, novela póstuma de John Kennedy Toole, ha logrado dejar huella, cuesta creer lo poco atractivo que resulta el calificativo que hoy centra nuestra atención. A pesar de que parezca confundirse de forma frecuente el esfuerzo con el capricho, la inteligencia aún no ha sido degradada al escalón más bajo del comportamiento. Y eso provoca un atisbo de esperanza en la humanidad, cada vez más anestesiada ante la desvirtuada escala de valores por donde se mueve.

Procedente del latín nescius, hace referencia a la persona ignorante, que tal y como señala Pancracio Celdrán en «El gran libro de los insultos», publicado por la editorial La Esfera , «no sabe ni se interesa por adquirir conocimientos en la creencia burda de que ya sabe mucho». La voluntariedad del improperio es esencial para entender la esencia del aludido, «la ignorancia del necio es culpable, ya que teniendo entendederas no se molesta en aprender; y mayor es aún su temeridad rayanas en la imprudencia, lo que hace que no pueda pasar inadvertido, siendo porfiado».

Es por ello, que Celdrán recuerda que en tiempos cervantinos se decía: «Al hombre discreto se le convence con razones; al necio a palos y mojicones». Mientras que Séneca aseguraba que es preferible ser pobre a ser necio, «pues si el pobre necesita dinero, el necio anda falto de razón», y señala que aludiendo a estos individuos, Lope de Vega escribe en La Dorotea:

De quantas cosas me cansan

fácilmente me defiendo,

pero no puedo guardarme

de los peligros de un necio.

La delicada frontera que a priori separa al necio del tonto encuentra su explicación en la sapiencia de su condición o no, «el primero es obstinado, cabezón, insistente en la idea equivocada que tiene de sí mismo, y en esto se diferencia del segundo, que puede tener un momento de lucidez y llegar a comprender que es sujeto desprovisto de inteligencia, pero en el fondo es bueno». Celdrán insiste en la idea de que el necio ansía alcanzar el poder al tiempo que le coloca la etiqueta de incordiante, en contraposición al común pacifismo del tonto.

Por último, Celdrán establece el paso previo a convertirse en un imbécil, mediante la intuición de los límites del grado de conocimiento, «es conocida la frase, ya convertida en píldora de saber concentrado, lo que en sus Proverbios y cantares escribe Antonio Machado: 'Todo necio, confunde valor y precio’, expresión que pone en el ánimo de todos la importancia de calibrar el alcance de las cosas».

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