Sin triunfalismo, algunas lecciones después del caso de la fragata Mercedes
La exposición que se clausura hoy es un éxito, pero es el final feliz de una historia terrible y triste, la exposición de un expolio
La exposición «El último viaje de la fragata Mercedes», que hoy termina, ha sido el final feliz de una historia terrible y triste. El éxito de público, con las 250.000 personas que han visitado sus dos sedes, ha demostrado el renovado interés que los españoles tenemos por nuestra historia naval, olvidada hasta hace poco. El hundimiento de aquella nave tras un ataque británico a traición en 1804 y el desgraciado expolio de sus restos en 2007 son las fechas claves de esta historia, a la que el Gobierno se aplicó para ganar a Odyssey en los tribunales de EE.UU., recuperar el patrimonio y, finalmente, realizar una exposición sobre todo ello, que es la que hoy se clausura. Sin embargo, para que el indudable éxito legal sea también la completa victoria para nuestra sociedad hará falta más que una exposición.
El Museo Arqueológico Nacional (MAN)celebraba ayer con todo sentido las buenas noticias asociadas a la muestra sobre la fragata. A los especialistas que han hecho posible la reconstrucción del contexto histórico de las monedas expoliadas, se sumaron los responsables de las instituciones que han trabajado conjuntamente, pero la estrella fue James Goold, el brillante y caro abogado estadounidense que ganó el caso para España. Goold, que también preside una poderosa fundación que realiza proyectos de arqueología subacuática, la RPM Nautical Foundation , habló ayer de patriotismo, en una alocución simpática y triunfal. Nada sería mejor que terminar, como él mismo apuntó, con la industria cazatesoros, endémica en EE.UU.
¿Por qué no debemos caer en el triunfalismo? «El último viaje de la fragata Mercedes» es la muestra de un expolio, el espejismo feliz de una tristeza, como decíamos, tras un juicio que ha sentado nuevas bases para proteger el patrimonio sumergido de origen hispánico, pero no lo ha salvado. Mientras usted, querido lector, apura esta página, decenas de yacimientos de galeones españoles están siendo expoliados para extraer objetos con destino al mercado, más o menos legal, por cazatesoros, desde el Caribe al Índico, que borran los restos de nuestra historia. Ocurre de manera sistemática desde hace décadas, cada vez con una tecnología más avanzada. La Mercedes fue solo uno de esos casos, importante porque marcó la diferencia. No podemos dejar que otros borren ni cuenten nuestra historia.
El enorme trabajo de instituciones dispares es ya, en sí, un proceso de autocrítica al desastre de coordinación que dio lugar al expolio. Pero falta muchísimo por hacer, los resultados no están a la altura del patrimonio aún. La pasada incuria no merece triunfalismo, sino persistir en el trabajo, contando con la sociedad civil. Favoreciendo empresas españolas para este campo lleno de innovación y con tanto potencial simbólico para España. La política arqueológica de la nación que fundó la primera red global de la historia merece una decidida revisión, una nueva ambición y la exigencia de resultados científicos. Hay que sentar las bases para que en España se excave por primera vez -porque aún no se ha hecho- un galeón o un navío de indias.
Ojalá podamos disfrutar con la próxima exposición sobre un pecio español investigado por nuestros científicos antes de que los cazatesoros lo destrocen.