«La sesión final de Freud»: combate dialéctico con psicoanálisis al fondo
Helio Pedregal (Freud) y Eleazar Ortiz (C. S. Lewis) recrean un encuentro imaginario entre ambos intelectuales
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El 3 de septiembre de 1939 Inglaterra declaró la guerra a la Alemania de Hitler. Ese mismo día el padre del psicoanális, Sigmund Freud , recibió a C.S. Lewis , autor de «Las crónicas de Narnia» en el número 20 de Maresfield Gardens, en Hampstead (Londres). Así lo imaginó Armand Nicholi en su libro «La cuestión de Dios», del que partió el dramaturgo estadounidense Mark St. Germain para escribir su obra « La sesión final de Freud », que llega la próxima semana a la sala pequeña del Teatro Español con la traducción de Ignacio García May. Dirige la función -una producción de la Fundación UNIR - Tamzin Townsend, y la interpretan Helio Pedregal (Sigmund Freud) y Eleazar Ortiz (C. S. Lewis).
La obra -«teatro de reflexión», según Ignacio Amestoy, responsable del área de teatro de UNIR- enfrenta las ideas de Sigmund Freud, ateo convencido, y en los últimos días de su vida, y C.S. Lewis, que a sus cuarenta años es profundamente creyente. Es improbable que el encuentro se produjera. El psicoanalista, en su agenda, tenía anotada ese día, veinte antes de su fallecimiento, la visita de un profesor de Oxford, y eso generó la ficción. «Es una obra magnífica -dice Tamzin Townsend-, de personajes y contenido intensos; pero no es un debate académico, sino un diálogo lleno de ironía y de sentido del humor. Es un texto emocionante y dice cosas que darán que pensar al público». «Es un juego -apostilla Helio Pedregal-, y los dos se divierten contradiciéndose. No hay que olvidar que son dos personas muy sabias, y los sabios no se ponen serios cuando hablan de cosas sabias».
Los dos personajes, a pesar de sus muchas diferencias, «tienen en común su afán de investigacion, su búsqueda y su escucha», según la directora. Está de acuerdo el actor , que añade: «Los dos son personas absolutamente honestas con sus principios; algo que es admirable y una lección para todos; lo peor que podemos hacer es encastillarnos, y tanto Freud como C. S. Lewis tienen rigor y honestidad a la hora de plantear sus propuestas».»