la larga guerra del siglo xx. la guerra fría (XLVIII)
Testigos directos en ABC: «Desde el lado israelí»
Luis Calvo fue el enviado especial de nuestro periódico a la Guerra de los Seis Días. Firmaba desde Tel-Aviv la crónica que reproducimos a continuación el 7 de junio de 1967
«Dos millones y medio, o dos millones setecientos mil, judíos de Israel se han enfrentado con ochenta millones de árabes y están demostrando que un Ejército escogido, disciplinado y bien retrechado, un Ejército ejercitado desde la infancia de los ciudadanos, una nación convertida en Ejército, no puede fácilmente encontrar un enemigo formidable. Oigo decir que la fiesta sabática, que empieza cuando sale la primera estrella vespertina del viernes, será esta semana una fiesta de paz. Ni lo creo ni lo dejo de creer.
Es un hecho que en estos momentos los enemigos de Israel no saben dónde se está cociendo la iniciativa suprema, el esfuerzo bélico principal de las tropas del famoso general Dayan, que es héroe fabuloso para los judíos de hoy. Los militares dicen que están escribiendo una página histórica en el arte de la guerra. Los políticos dicen que Israel no quiere conquistas territoriales. Quiere únicamente tener bazas en la mano para negociar una paz que garantice permanentemente la existencia del país. Es su tercera guerra.
En 1948 tuvieron que ganarse por las armas el territorio que legalmente les habían devuelto en las Naciones Unidas. En 1956 tuvieron que derrotar a sus cuatro vecinos. Entonces firmaron con ellos sendos armisticios, cuyas cláusulas ha respetado Israel, esperando, como espera la Alemania occidental, un tratado definitivo de paz. Los árabes han quebrantado esas cláusulas y se han negado siempre a negociar una paz duradera. Hasta que llegó la agresión del bloqueo del estrecho de Tirán. ¿Fue agresión o fue un derecho egipcio y jordano y sirio, un derecho árabe? Desde un punto de vista internacional, ese bloqueo violaba el artículo 16 del Convenio sobre Aguas Territoriales que las grandes potencias, incluyendo a la Unión Soviética, firmaron en Ginebra en 1958 [...].
La realidad es que los países árabes juzgan la existencia de Israel como una agresión a todos ellos. Y en este punto es donde Israel quiere que las cosas queden muy claras, militarmente hablando. Quiere ganar posiciones ventajosas para poder vivir como nación libre».
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