la larga guerra del siglo xx (XLVI)

Así lo vieron nuestro cronistas: La caída de Chungking

Crónica de José María Massip enviada desde Nueva York y fechada el 2 de diciembre de 1949

Así lo vieron nuestro cronistas: La caída de Chungking abc

JOSÉ MARÍA MASSIP

La facilidad con que las tropas comunistas chinas conquistaron ayer el baluarte nacionalista de Chungking ha dado hoy aquí y en las Naciones Unidas la medida final de la catástrofe china. La Prensa americana ha agotado ya toda su colección de titulares —y de vagas esperanzas— y hoy publica las noticias de China sin relieve ninguno y aceptando de antemano lo irreparable. Las tropas japonesas no consiguieron llegar nunca a Chungking durante sus largos años de invasión, y para China, lo mismo que para el mundo, tenía un simbolismo de bandera de resistencia y de afirmación nacional. Era una ciudad hosca y silenciosa, con unas calles estrechas y fangosas en lo alto de las montañas de Schewan, en el Oeste, y durante toda la guerra, la bandera del Kuomintang ondeó bravamente en el fondo tormentoso de su cielo [...]. Si en los mandos y en los restos de las tropas nacionalistas hubiese habido ahora la décima parte del espíritu de resistencia que hubo durante la invasión japonesa, puede asegurarse que Chungking no habría caído sino al cabo de largas y sangrientas operaciones.

Probablemente, éste es el principio del fin del régimen nacionalista en China. El presidente, Li Tsung-yen, que se encuentra en Hongkong, ha pedido pasaporte para Estados Unidos y se le ha concedido, y esto parece eliminar a la facción que sustituyó a Chiang Kai-shek en el Gobierno nacionalista, en enero de este año. Chiang Kai-shek, por su parte, que se encontraba en Chungking, abandonó a última hora la capital amenazada y se refugió en la población de Chengdu, al noroeste de Chungking, también en las montañas. Las últimas noticias de China suponen este mediodía que Chiang tomaría de nuevo el mando de los restos de las tropas nacionalistas, pero todo indica que ya es demasiado tarde. Aparte de la situación militarmente imposible en que la ofensiva victoriosa ha colocado a los últimos reductos del oeste, Chiang ha perdido en China la autoridad moral de los grandes años del Kuomintang [...] y no es hoy, ni mucho menos, el hombre que puede galvanizar un movimiento de resistencia frente al comunismo.

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