Iñaki Arteta: «¿Dónde están los rebeldes del cine? No se acercan a las víctimas de ETA»

El cineasta estrenó ayer en la Seminchi de Valladolid «1980», un documental sobre las víctimas del terrorismo

Iñaki Arteta: «¿Dónde están los rebeldes del cine? No se acercan a las víctimas de ETA» JAIME GARCÍA

ITZIAR REYERO

Iñaki Arteta estrenó ayer en la Seminci de Valladolid «1980», su cuarto documental sobre víctimas de ETA y la perversidad del mal consentido por el «ultranacionalismo» de buena parte de la sociedad vasca, a la que pone ante el espejo crudo de los 96 asesinatos y más de 200 atentados perpetrados ese año, el peor de la historia terrorista. A través de las voces de protagonistas de aquel tiempo de plomo, Arteta intenta trazar la sociología de la violencia en el País Vasco. No tiene garantizada su distribución en cines

-¿Cómo se llegó a ese nivel de brutalidad sin que la sociedad se rebelara?

-La pregunta no tiene fácil explicación. Llevo cuatro películas intentando enmarcar el fenómeno terrorismo. Hablamos de fanatismo, nacionalismo radical, pero además se dio un clima de comprensión en un pueblo que amparaba a terroristas. Se extendió el mensaje victimista. Se dijo: la guerra civil fue contra los vascos. Y la sociedad hizo de colchón a los más exaltados que cogieron las armas. Pero el origen de ETA es una ficción. Unos jóvenes, influidos por los movimientos revolucionarios de Argelia y Cuba, quieren imponer una concepción nacionalista de Pueblo. Ahí empieza a girar la rueda de los muertos.

«En el País Vasco el miedo a la muerte civil ha sido superior al asesinato de ETA»

-¿Quién se ha dedicado a inocular ese victimismo?

-El nacionalismo, que le ha dado a ETA cobertura política. Es una ideología comunitarista: la Patria está por encima de la persona. Implica, como en el caso alemán o aquí, que la muerte de los considerados enemigos moralmente no les afecta. No es que estén todos aplaudiendo, pero lo ven lógico. La Iglesia también.

-Se cumplen tres años del cese de ETA. ¿Cómo ha cambiado la vida de las víctimas anónimas que retrata y siguen viviendo aquí?

-Muy poco. Algunos siguen siendo combativos, pero otros muchos se han amoldado y se mimetizan para seguir, es lógico. El miedo no es a que ETA te mate, sino a la muerte civil. A que te borren, te echen de aquí. No tengas amigos o te miren mal en el trabajo. El miedo a significarte ha sido superior al miedo a que te mataran.

-¿Cómo es posible que de 4.000 películas hechas en España desde 1977 haya habido apenas diez sobre víctimas de ETA?

-El cine español se dice combativo, pero ha renunciado a acercarse a un aspecto fundamental del terrorismo, que son las víctimas de ETA, y han preferido hacer incursiones más imaginativas, esquinadas, que tiene que ver con la acción, no con el drama. No se han atrevido con la sociología fanática que se esconde detrás. ¿Dónde están los rebeldes del cine

-¿El cine español ha sido cobarde para retratar a ETA?

-El dato que cita es incontestable. Hacerlo es arriesgado intelectualmente. En literatura se ha hecho algo más. Ahí está Fernando Aramburu y «Los peces de la amargura».

-¿Puede un cineasta abordar el terrorismo sin un posicionamiento moral?

-Uno puede hace hasta bromas. Pero siempre he pensado que había que contar las cosas desde la defensa de la libertad y la vida. Lo que hay que tener no son atributos masculinos, lo que hay que tener es coraje y buen criterio. Y muchas de las películas que se han hecho… Se ha convertido el drama de ETA en algo ligero.

-¿Corremos el riesgo de banalizar el mal con comedias sobre ETA como las que empiezan a salir: una parodia sobre la negociación, el enamoramiento de un etarra y su víctima…?

-Claro. Sí. Cuando no se le ha prestado demasiada atención al sufrimiento y a las causas del abandono de las víctimas, o por qué se ha protegido más a los presos y su mundo, ya se banalizaba el mal. Solo faltaba hacer chistes.

-¿La sociedad quiere pasar esta dolorosa página demasiado rápido?

-Sí. Es algo natural, también para las víctimas. Pasar la página del horror, no de la memoria. La mayoría de la sociedad vasca no quiere verse retratada en su fisura moral. Mi película les pone frente al espejo. No solo los que apoyaban a ETA, también los que no hicieron nada. Te da una imagen deformada de ti mismo. Si fuera por la sociedad vasca esto hubiera durado otros cien años. Ibarretxe decía «La sociedad vasca no tolera un muerto más», pero era mentira. Ha sido insensible. El pueblo tolera muertos a punta de pala.

«En general, en el mundo triunfa la banalidad. Las chorradas»

-¿Asume que «1980» tendrá poca taquilla en un momento en que se impone la «reconciliación»?

-Funcionan mejor las expresiones buenrollistas: «Hemos sido malitos, pero tomamos un cafecito y ahora somos amigos». El problema de la reconciliación no es el odio, sino las actitudes irreconciliables. Yo lo soy con gente que no ha sido sensible con el hecho terrorista. Todavía contemporizan y hoy están en el ayuntamiento. En general, en el mundo triunfa la banalidad. Las chorradas. Yo me pregunto dónde estaban esos cineastas hace diez años.

-¿Qué atractivo tiene «Lasa y Zabala» que no tenga Miguel Ángel Blanco?

-Prefiero no hablar de «Lasa y Zabala» porque no la he visto. Cada víctima tiene su desarrollo. Pero solo la elección temática del director ya te compromete. La mayoría de lo que se ha hecho sobre ETA son panfletos, no han tenido ninguna relevancia cinematográfica ni tampoco influencia sobre la opinión pública.

-Durante años ETA ha sido la gran preocupación de este país. Pero se ha hecho poco cine y la gente tampoco acudía.

-Bueno, «La pelota vasca» fue el documental más taquillero en la historia de España. ¿Fue por polémica, porque era Medem?

-¿Las instituciones deberían haber apoyado más este cine «social»?

-Sin duda. Se habla mucho de hacer relato, pues para hacer se necesitan medios. Ahora la lucha debe ser cultural. Es la guerra más delicada y ellos lo saben bien. Se está haciendo mucha cultura a favor de su ideología, que nos presenta un relato de la historia en el que quedan impunes. El fanatismo trabaja sin descanso. Nosotros no estamos preparados. Cuando haces una película sobre víctimas, todo el mundo te alaba y se interesa, pero al final hay una indiferencia práctica.

-Se ha significado como cineasta de las víctimas, pero ¿se ve haciendo películas de los asesinos?

-Sí. Es importante contar quién hizo qué para que no se olvide. Películas que cuenten bien, con un lenguaje cinematográfico atractivo.

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