la larga guerra del siglo xx. segunda guerra mundial (XLIII)

Retroceso japonés en todos los frentes

Los aliados reconquistaron Birmania y Borneo mientras los chinos recuperaban la iniciativa

Retroceso japonés en todos los frentes

VÍCTOR JAVIER GARCÍA MOLINA

Las batallas aeronavales y terres­tres en el sudeste de Asia y el Pacífico habían desviado duran­te años la atención del ejército japo­nés de China, aunque la mayor parte de los recursos y tropas seguían acan­tonadas en ese país combatiendo tan­to a los comunistas de Mao Tse-Tung como, sobre todo, a las fuerzas nacio­nalistas de Chiang Kai-Shek, aliadas de británicos y estadounidenses.

El es­fuerzo militar japonés en China había languidecido al haberse obtenido los principales objetivos: el control de las ciudades más importantes y las regio­nes costeras, además del acceso a las materias primas y cultivos y el corte de la ruta de suministros a través de Birmania.

Pero en 1944 y con la guerra ya decantada en favor de los aliados, el Ejército Imperial japonés se vio forza­do a intervenir para destruir u ocupar las bases que la USAAFtenía en terri­torio chino y desde las que las super­fortalezas volantes B 29 estaban bom­bardeando Japón. La operación Ichi-Go se desarrolló de abril a diciembre de 1944 y constituyó sólo un tibio éxi­to para las fuerzas niponas, aun sien­do la mayor victoria desde los fulgu­rantes y ya lejanos años de la expan­sión de principio de la guerra.

Retroceso en China

Estos triunfos quedaron diluidos frente a los acon­tecimientos globales: la conquista de las islas Marianas proporcionó a la USAAF mejores bases para la cam­paña de bombardeo estratégico, que continuó llevando la devastación a las ciudades niponas, y la estrategia de los aliados en el sudeste asiático gravitaba más sobre la campaña en Birmania como forma de auxilio a los esfuerzos chinos por liberar su patria.

En diciembre de 1944 y enero de 1945, tropas chinas, mejor entre­nadas y lideradas, fueron capaces de hacer retroceder a las fuerzas ja­ponesas partiendo desde el norte de Birmania y, para la primavera, tenían la iniciativa en los combates, mientras el ejército japonés se replegaba. Pero el inminente final de la guerra no tra­jo la paz al suelo chino, que pronto se vería inmerso en un largo y sangriento conflicto civil entre los comunistas de Mao-Tse-Tung y los nacionalistas de Chiang Kai-Shek.

Por otra parte, la situación en Bir­mania y la frontera con la India había mejorado de manera ostensible para las fuerzas aliadas presentes en dicho sector. El XIV Ejército Británico —con tropas británicas, hindúes, keniatas, nigerianas y de otras partes del Áfri­ca Británica— se había transformado bajo el mando del general Slim.

La fuerza desmoralizada de los años 1942 y 1943 era ahora una aguerrida máquina de combate: moral, entre­namiento y condiciones de vida de la tropa —entre la que el paludismo y la malaria eran casi endémicos— mejo­raron de manera progresiva bajo su mando. También el general Slim cam­bió la estrategia británica, incorporan­do las «cajas» (boxes) al estilo de las formaciones en erizo de otros teatros de la guerra, pero adaptadas a las es­peciales características de la lucha en la jungla. Ello, en unión del uso masivo del aprovisionamiento por aire a sus tropas, permitieron contrarrestar las otrora eficaces tácticas japonesas de infiltración, que obligaban a abando­nar una posición tras otra.

Expulsión de Birmania

Así fue posible desbaratar el intento japonés de inva­sión de la India entre marzo y junio de 1944, que se resolvió favorablemente para las tropas británicas en las bata­llas de Kohima e Imphal. En diciembre de 1944 le seguiría la contraofensiva del XIV Ejército, que derrotó de nuevo a las fuerzas japonesas en Meiktila y Mandalay, después de forzar la hasta entonces infranqueable barrera del río Irrawaddy en febrero de 1945.

Ello llevó la lucha al terreno abierto de la planicie birmana donde la mayor ca­pacidad de maniobra y superioridad aérea aliada obligó a los japoneses a replegarse continuamente. Y, tras los desembarcos y ocupación de Rangún en mayo de 1945, se logró expulsar de­finitivamente al enemigo de Birmania, poniendo fin a una ocupación de más de tres años.

Otros territorios

Entre mayo y agosto de 1945 aún librarían los aliados una campaña más, la última de la gue­rra, siendo el objetivo Borneo, don­de tropas australianas y pequeños contingentes holandeses, asistidos por la aviación y unidades navales estadounidenses y británicas, com­batieron para liberar la isla en una campaña que, como tantas otras del Pacífico, fue criticada por innecesaria.

Pero todavía permanecían en manos del Imperio Japonés extensos territo­rios: Malasia y su capital Singapur (en manos niponas desde 1942), Sumatra, Java, parte de las Célebes… Todos ellos serían liberados tras la capitulación de Tokio. Sin embargo, la guerra, las tensiones coloniales y las aspiraciones nacionales en estas colonias abrirían pronto otra serie de conflictos, en los que la división del mundo en dos gran­des bloques jugaría además un papel esencial.

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