la larga guerra del siglo xx. segunda guerra mundial (XLIII)
Operación «Tormenta de agosto»: los soviéticos en guerra con Japón
Moscú no ordenó a sus tropas el alto el fuego hasta diez días después de la rendición de Tokio
Tras la conferencia de Teherán, las fuerzas soviéticas comenzaron a prepararse para invadir los territorios ocupados por los japoneses en Asia. El plan de Moscú consistía en realizar un ataque en tenaza en Manchuria (Manchukuo), desde el noroeste y desde el este, para partir en dos el país y aislar al ejército del Kwnatung tanto de Japón y Corea como del resto de las fuerzas japonesas que se encontraba en China.
También se proyectaba lanzar ataques secundarios contra las tropas estacionadas en el Amur, las de la isla de Sajalín y las Kuriles. Por último, se dirigiría hacia Pekín un definitivo avance a través del desierto del Gobi. Por su parte, los buques de la Armada Roja que conformaban la Escuadra del Pacífico realizarían varios desembarcos en las costas de Corea. En total, los soviéticos llegarían a concentrar 80 divisiones para el ataque, al mando de comandantes veteranos del teatro europeo.
En Yalta se había acordado que la ofensiva del Ejército Rojo en Asia tuviera lugar, como muy tarde, tres meses después de la rendición alemana, plazo que se cumplió con exactitud, pero sin duda acelerado por el ataque atómico norteamericano. La declaración de guerra de Moscú a Tokio se produjo menos de 48 horas después del bombardeo de Hiroshima. Stalin comprendió que su tiempo se acababa y no podía perder la posibilidad de hacerse con nuevos territorios en Extremo Oriente, recuperando todo lo perdido en la guerra ruso-japonesa de cuarenta años atrás.
Dificultades
Malinovski, a pesar de su enorme superioridad numérica, se enfrentaba en el norte de Manchuria a la cadena montañosa del Gran Khingan. Los japoneses habían fortificado las alturas y habían concentrado a varias brigadas para lanzar contraataques en ese sector en la eventualidad de una penetración enemiga. El general soviético pretendía aprovechar el factor sorpresa para lanzar a sus unidades acorazadas hacia los pasos de las montañas y forzarlos a gran velocidad, para desparramarse luego por la llanura oriental, dislocando a las fuerzas japonesas.
Por su parte, Meretzkov tenía frente a sí, en la frontera de Corea, una cadena de fortificaciones que se habían comenzado a construir 20 años antes y se extendían con una profundidad de entre 12 y 20 kilómetros, a lo largo de un terreno quebrado, salpicado de bosques y cráteres de antiguos volcanes. Esa zona fronteriza se encontraba especialmente bien protegida.
Las operaciones
Iniciada la ofensiva, las brigadas acorazadas de Malinovski se lanzaron hacia las montañas del Gran Khingan sin encontrar apenas oposición. En el sector oriental, la lucha fue encarnizada durante 48 horas hasta que las dos primeras líneas defensivas cedieron. Una división soviética atacó Sajalín al tiempo que se preparaba un desembarco en las Kuriles. Entretanto, el 14 de agosto, tuvo lugar la rendición incondicional japonesa. Siguieron, sin embargo, unos días de gran confusión, en los que los soviéticos continuaron avanzando en un intento de ocupar la mayor cantidad de terreno posible, mientras los mandos japoneses actuaban por su cuenta, hasta que una orden directa del Emperador exigió al comandante del ejército del Kwantung la capitulación.
Alto el fuego
Los mandos del Ejército Rojo aún intentaron aprovechar las últimas horas y realizaron ataques aerotransportados a Mukden y Port Arthur, que cayeron los días 20 y 22 respectivamente. Las unidades que habían atravesado el desierto del Gobi estaban ya a las puertas de Pekín, mientras era ocupado el norte de Corea. Sólo en las Kuriles las intenciones soviéticas se frustraron.
Los últimos combates tuvieron lugar en la isla de Shimusui, la más septentrional del archipiélago de las Kuriles. Cuando el día 18 una fuerza soviética se presentó ante la isla repentinamente, los japoneses se dispusieron a rechazar a los invasores, pues estaban preparándose para recibir a las fuerzas norteamericanas que deberían ocupar el archipiélago en los próximos días. El confuso y encarnizado combate que siguió causó muchas bajas entre ambos bandos y supuso el canto del cisne del arma acorazada japonesa.
Stalin dio la orden de alto el fuego el día 23, pero siguieron varios meses de operaciones soviéticas para capturar y desarmar a los restos del ejército de Kwantung. Durante la breve campaña, éste había sufrido 83.000 muertos y casi 600.000 soldados fueron hechos prisioneros. Las pérdidas soviéticas fueron de poco más de 30.000 hombres. La campaña de Manchuria había acabado y con ella el que había sido el último acto bélico de la Segunda Guerra Mundial.
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