Así lo vieron nuestros cronistas: «La bomba atómica»
Luis de Armiñán relataba en ABC, el 18 de agosto de 1945, el terror con el que asistía al mundo al comienzo de la era nuclear en esta crónica que reproducimos a continuación
«Durante muchos días, meses y aún años, se hablará de esta bomba atómica que acaba de lanzar sobre los techos de Hiroshima el avión del coronel Paul Tibbets. Telegramas y relatos llegan con profusión con los resultados destructores obtenidos, pero lo que a mí me interesaba saber es cómo se ha domesticado la energía atómica, [...] lanzándola hacia lo terrible. [...]
¿Qué es esta bomba? Todo parece confirmar que la materia explosiva es el uranio, que pone en libertad los núcleos atómicos y produce una cantidad de energía fantástica. No sabemos todavía si los americanos emplean el uranio normal. [...] Sólo podemos alcanzar que la bomba puede componerse de un producto resultante del bombardeo del uranio por proyectiles nucleares. [...] ¿Es un tubo de barilio-radon? El radon —derivado del radium—, ¿provoca una emisión de neutrones derivados de los áto-mos del berilio? ¿Es una reserva de deutones? El deutón, núcleo del átomo del hidrógeno pesado, puede constituir un proyectil de enorme energía cinética, sobre todo si es empujada por un campo eléctrico [...]
Sea lo que fuere, a la vista de los resultados bélicos, la bomba otorga al país que la posee un valor en potencia militar que supera a todos los conocidos. Se considera por los técnicos militares que ya son inútiles no sólo las líneas fortificadas, sino los ejércitos y las escuadras, haciendo imposible la guerra tal como hasta ahora la concebimos. Ya no serán pretextos para una expansión territorial la necesidad de bases, ni los puntos de apoyo para el mantenimiento de fronteras. Toda la política internacional, tratada desde la Carta del Atlántico a la Conferencia de Potsdam, es tiempo perdido. Si la bomba atómica fuera una realidad, los pueblos deberán contenerse en sus fronteras y trabajar sin apetencias de expansión. Nadie puede decir nada si no quiere escucharle el que detenta el rayo, y si el rayo está en manos de todos, como es indeclinable que suceda en un período más o menos largo, la guerra sería la destrucción total del mundo».
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