«Del revés»: el ser humano visto desde su torre de control
La película de Docter y Del Carmen nos cuenta la vida de Riley desde dentro de su cerebro con una lucidez extrema y rigor psicológico
Con lo fácil y hasta provechoso que es contar mal las cosas, el sello Pixar sigue empeñado en tomar el camino contrario y contarlas bien; en realidad, mucho mejor que bien: maravillosamente, y de un modo sencillo, digerible, revelador e instructivo para la infancia y deslumbrante, emocionante y elocuente para los adultos. Pixar nos lo ha contado prácticamente todo de nosotros mismos en momentos de « Ratatouie », de « Up », de « Wall-E », por supuesto de « Toy Story »…, pero en esta ocasión, en « Del revés », no es que nos cuente todo; lo que nos cuenta es TODO. Y a TODOS.
La película empieza cuando la vida de Riley , cuando nace la niña a la que veremos hacerse «mayor». Nada nuevo, salvo el detalle de que tenemos la mejor localidad de tribuna: dentro del cerebro de Riley, en su cuartel general, en el Centro de Control, donde sus cinco emociones básicas, la alegría, la tristeza, el miedo, la ira y el asco (mejor, quizá, desagrado), son personajes que explican con su forma, color y actitud cada una de las motivaciones y sentimientos de la pequeña Riley. Y explican, ya de paso, el Universo entero.
Puesto que «Del revés» está construida con una lucidez extrema y que analiza con rigor filosófico y psicológico los pliegues y tersuras de cada emoción y comportamiento del ser humano, y cómo y porqué se cuajan sus recuerdos y se solidifican sus relaciones, pero no por todo ello deja de ser una película para niños, pues se envuelve de sencillez, con esa mágica y fantástica comprensión pixariana hacia su público infantil y allana la profundidad con una historia llena de aventura, intriga, sentimientos y a un ritmo perfectamente acompasado al latido del corazón de un niño.
Desde dentro y desde fuera
El creador, Pete Docter , y también director junto a Ronaldo Del Carmen , nos permite la doble visión, desde dentro y desde fuera (el Inside out original del título, aquí convertido en «Del revés» quizá porque es exactamente como te quedas al verla), y también una doble aventura en paralelo sobre las vicisitudes de esa niña cuando cambia de ciudad, de hogar, amigos, colegio…, y las peripecias de sus cinco personajillos en el centro de Control (el cerebro de Riley), para estabilizar todo su universo emotivo.
Es de una lucidez cegadora la descripción de ese universo interior en el que ejerce de protagonista la Alegría y que ha de tener cuidado con lo que toca la Tristeza , o el porqué de las explosiones de Ira , o lo necesaria que es la presencia del Miedo (o cautela) en toda la infancia feliz de esa niña. La descripción de cómo cuidan de los recuerdos, tocados por Alegría, y de cómo algunos de ellos son «recuerdos esenciales» y otros van a la zona del olvido… La descripción de las «islas» que forman su personalidad, la de la familia, la de la amistad, la de la «zona de payasadas»… Y en ese viaje por la personalidad hay momentos de absoluta genialidad, como por ejemplo el de las vanguardias artísticas, el arte abstracto, la vena surrealista, la zona de sueños, la de pesadillas…, y a un tic-tac digno de las mejores secuencias de « Indiana Jones ».
Sólo en una olla mágica como la de Pixar se puede cocinar al tiempo con sal, pimienta y azúcar y que salga de ahí un guiso maravilloso a cualquier paladar. Cada detalle de la forja emocional y de la personalidad del ser humano es, sin la pretensión del subrayado, un prodigio de imaginación y sutileza… ¿Cómo y por qué cambiamos de humor?, ¿qué o cuando añoras?, ¿de qué modo un recuerdo alegre, en bola roja, se torna azul y triste?... Sobre este punto, la alegría y la tristeza, la película sugiere lo que es probablemente la esencia de la historia, porque la Tristeza puede convertirse en el catalizador también de la felicidad, en el sentimiento que te impulsa a recapacitar, a recordar, a recomponer un sentimiento del que has perdido ya el control.
Portentosa creación visual
Pero, si te agachas para ver «Del revés», si te pones a la altura de su público supuestamente más idóneo, lo que hay es una portentosa creación visual, un universo inimaginable y divertido que te invita a mantener alerta todos los sentidos, y una casi obligación a que la risa sea la constante respuesta…, ese gesto gozoso tan agradable de devolverle a una pantalla, la risa, pero con la impresión de que, detrás de ella, hay multitud de capas complejas que te obligan también a volver los ojos de la pantalla hacia ti. Generosidad de Pixar, que te ofrece profundidad, emoción e ilustración sin pedirte nada serio a cambio, solo risas.
Además de lo serio, lo sublime, lo genial y lo emocionante de esta película, también están sus guiños gamberros, divertidísimos: no hay que irse de ella hasta que se terminen los créditos, pues hay un juego final de otros «interiores» que no son de la niña Riley y que nos dan un apunte magistral de psicología masculina, femenina, incluso animal que, sin dejar de ser una broma, te llevan a pensar que el mayor aplauso es poco para irse de «Del revés».
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