Crítica de «Jurassic World» (***): Más huevos en el Parque Jurásico

Steven Spielberg despertó, y el dinosaurio todavía estaba allí. Michael Crichton, en cambio, se había ido. « Jurassic World » trae dos incorporaciones esenciales a la saga que comenzó hace casi un cuarto de siglo, y desde luego ninguna de ellas es el dinosaurio, pues ya nos hemos acostumbrado tanto a él que nos lo comemos en forma de galleta y si nos encontráramos uno cruzando un semáforo, dudaríamos entre llamar a Juan Luis Arsuaga o a la Policía Municipal. Esta entrega de Spielberg, que firma Colin Trevorrow, incorpora las gafas 3-D, que suelen acercarte a los cuerpos pero alejarte de los espíritus, y nos incorpora especialmente el «todo es relativo» que nunca dijo Einstein. Los villanos de ayer, por ejemplo el velociraptor y el terrorífico T. Rex, pueden ser los héroes de hoy («milana bonita»), lo cual nos llevaría a pensar que el villano de hoy, ese monstruoso Indominus Rex (una especie de primo de zumosol del T. Rex) puede muy bien ser el héroe de mañana. Mantengamos, pues, en su sitio nuestra colección de animales de la Era Cretácica (no Jurásica) hasta ver cómo los sitúan próximos acontecimientos.

«Jurassic World», aunque ya no se ve con la boca abierta, como en aquella y deslumbrante primera vez, es una película que produce grandes dosis de tensión y espectacularidad. Los resortes del guión no inventan una nueva fórmula, sino que aplican la ya formulada: la de parque y aventura, la de una nueva atracción, la de unos cuantos personajes por los que preocuparse, la inevitable aparición del caos y esa tonta Ley de Murphy (la de la tostada que cae siempre por el lado de la mermelada), la de niños «bacines» pero entrañables usados como el corderillo que le atan a Godzilla y la del tipo con un par… de recursos para interponerse a los planes del sibilino Indominus. De entre lo mucho visto, disfrutado y padecido en esta película, subrayaría el gran momento en el que Spielberg se cisca en el tópico: uno de los héroes va a besar a la chica, y esta le hace «la cobra» en toda regla.