Crítica de «Con la magia en los zapatos» (**): Fábula descalza

Adam Sandler es la estrella absoluta y sin embargo bien rodeada (Hoffman, Buscemi, Barkin...) de este vehículo sin motor diseñado para su lucimiento. El actor se pone en manos de Thomas McCarthy , un director sin demasiado nombre pero con garantías demostradas en películascomo «Vías cruzadas» y «The visitor». En esta fábula vuelve a comenzar a buen paso, con su característico toque humano, que le dura hasta que la magia aparece en escena.

El protagonista es un zapatero judío de cuarta generación que descubre en el sótano de su establecimiento una vieja máquina de coser de su padre. El aparato tiene «poderes»: convierte en literal la expresión que aconseja ponerse en los zapatos del otro para descubrir quién es realmente. A partir de ahí, el guión abandona un tanto el arte de narrar y opta por la enumeración de situaciones cómicas, algunas eficaces, mientras la historia de fondo se va desvaneciendo, se supone que hasta culminar en algún final brillante.

La historia avanza así, a trompicones, de equívoco en equívoco, hasta llegar a un final sorprendente, que desgraciadamente no es sinónimo de bueno. Los materiales son de calidad y el artesano tiene oficio, pero al guión le harían falta unas medias suelas.