Crítica de «Sexo fácil, películas tristes» (**): La comedia y la vida

Ese paralelismo entre el arte y la vida, esa rima entre el guionista y su criatura, es la mejor premisa de una película que luego nunca acaba de levantar el vuelo

Crítica de «Sexo fácil, películas tristes» (**): La comedia y la vida

Antonio Weinrichter

El nombre de esta película parece menos un título que una descripción y, en efecto, enseguida oimos una voz en off que nos explica las leyes de la comedia romántica. ¿Metaficción? Bueno, sin llegar a tanto se trata de que Ernesto Alterio tiene un plazo fijo para entregar un guión de comedia y sufre bloqueo de escritor porque le va muy mal en su propia comedia romántica en la vida.

Ese paralelismo entre el arte y la vida, esa rima entre el guionista y su criatura, es la mejor premisa de una película que luego nunca acaba de levantar el vuelo, quizá porque ninguna de las dos parejas protagonistas nos resulta especialmente apasionante. Además, ya que estamos teóricos: la comedia romántica no es triste y el sexo sólo se apunta al final después de reñida batalla en la que se hace comedia con el romance. Alterio debería mirarse eso, o mejor mirarse diez veces La pícara puritana. Por lo demás, la película sí cumple otras leyes del género –protagonistas guapos, secundarios robaplanos- lo que equilibra el balance.

Crítica de «Sexo fácil, películas tristes» (**): La comedia y la vida

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