Crítica de «Selma» (***): Viva Martin Luther King
El duelo de planos cortos entre David Oyelowo y Tom Wilkinson es casi tan espectacular como la notable reconstrucción de la época
La directora Ava DuVernay ha construido con « Selma » un perfecto artilugio para la lucha, una película que busca pelea (incluso en los últimos Oscar consiguió su pequeña refriega por no haber participado en más candidaturas) y que habla de ella mientras conserva íntegro su carácter de mirada pacífica.
En esencia, «Selma» narra en grande la lucha de la población negra por conseguir la igualdad de derechos civiles y la aprobación del derecho de voto, y narra en modo maqueta la lucha de Martin Luther King y el presidente Lyndon B. Johnson, un pulso que le da entidad y profundidad política a la narración de los hechos ocurridos a mediado de los años sesenta en la población de Selma, en Alabama, ese territorio del viejo sur estadounidense en el que el racismo se enseñaba en las escuelas.
Resulta impactante el retrato noble del reverendo Luther King, de su inteligencia, fortaleza, capacidad de liderazgo e integridad física y moral, también de los suyos y de su lucha, en contraposición con la integridad forzada del presidente Johnson, y la absoluta inmoralidad de otros protagonistas de los hechos reales, como el gobernador Wallace, que interpreta Tim Roth con auténtica seguridad en su jeta de granuja.
El duelo de planos cortos entre David Oyelowo y Tom Wilkinson es casi tan espectacular como la notable reconstrucción de la época y los hechos en aquella marcha épica entre muy buena música y mejores discursos. Es una película tan entretenida, como ilustrativa y eficaz en su panegírico y apología.