Crítica de «La teoría del todo» (***): Hawking descubre una estrella: Eddie Redmayne

Tal vez, desde un punto de vista científico, no esté a la altura de su personaje, pero es evidente que la meta apuntaba a otra zona de Hawking, mucho más íntima y conmovedora

Crítica de «La teoría del todo» (***): Hawking descubre una estrella: Eddie Redmayne

oti rodríguez marchante

Si Julianne Moore tiene en la punta de sus dedos el Oscar por su interpretación de una mujer con el cerebro sitiado por el Alzheimer en “Siempre Alice”, al joven actor Eddie Redmayne tendrán que sacárselo del bolsillo por su increíble adaptación física al cuerpo confinado y vano de Stephen Hawking, al cual encarna en esta visión más familiar que científica del portentoso astrofísico. La película, con estructura y aire de biopic, la ha construido James Marsh (el director de aquel maravilloso documental titulado “Man on Wire”) sobre la base de la biografía escrita por Jane Hawking, su primera mujer.

Es, pues, la mirada de Jane sobre Stephen Hawking, desde que se conocen en la Universidad a principio de los sesenta. No se explora el origen del universo, sino el de esa relación lastrada y enaltecida por el progresivo deterioro físico del personaje y su lucha (la de ambos, y especialmente la de ella) por no irse desvaneciendo lentamente como una estrella muerta. En este sentido, adquiere una luz asombrosa el personaje de Jane Hawking y el de la actriz Felicity Jones, que gradúa con sencillez y sin apenas aparato eléctrico su papel de enamorada, madre, vaso conductor y silla de ruedas. El envoltorio de la historia es magnífico, los ambientes juveniles, los sueños, el brutal despertar, la cronología del agujero negro que se cierne y se expande sobre Hawking, sus logros y éxitos, explicados sin ningún tipo de gola y a la altura de nuestros ojos por la mirada de ella.

Tal vez, desde un punto de vista científico, la película no esté a la altura de su personaje, pero es evidente que la fuente, el propósito y la meta apuntaban a otra zona de Hawking, mucho más íntima y conmovedora. Seguro que en la ceremonia de los Oscar comprobaremos que Eddie Redmayne no tiene más allá de un ligero aire con Stephen Hawking, pero en la película su gradual parecido es desconcertante. Por supuesto, Hawking, además de todo, es un ejemplo de ancla y vitalidad en estos tiempos de soluciones finales.

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