Crítica de «El hobbit - la batalla de los cinco ejércitos» (***): El efecto puerta giratoria

Todo es fabuloso, sí, pero sobadillo: el perfil de Légolas ya no da para acuñar moneda, la grandeza y majestad de Thorin está pidiendo un juez Ruz, a Bilbo se le pone ya cara de concursante del Pasapalabra...

Crítica de «El hobbit - la batalla de los cinco ejércitos» (***): El efecto puerta giratoria

oti rodríguez marchante

Con esta película , evidentemente monumental y espectacular, termina la segunda trilogía de Peter Jackson sobre el universo de Tolkien, al que lleva dándole vueltas desde que se pagaba el cine en pesetas. Y comienza donde debiera haber terminado la anterior, con el dragón Smaug vaciando su bombona de gas inflamable sobre la Ciudad del Lago; el resto del muchometraje consiste en unas nuececillas shakespearianas sobre la pequeñez del alma humana ante las tentaciones del poder, del oro; unas avellanas sobre el nacionalismo orgullosote y con anteojeras (los Elfos somos…, los Enanos somos…), y el estruendoso ruido de una batalla entre el bien y el mal que se lleva prácticamente todo el tiempo y el presupuesto de la obra.

Si dejamos fuera la primera trilogía, la de “ El señor de los Anillos ”, que aspiraba la letra y la música de Tolkien, tanto la visualidad como el contenido de esta tercera entrega no debería encontrar mayores reparos entre los seguidores de las otras “temporadas” de la serie: un magnífico 3D, unos espacios impresionantes y no aptos para agorafóbicos, una acción que no cesa, como el rayo de Miguel Hernández, y unos personajes tan conocidos como esos tertulianos de mañana, tarde y noche. Todo es fabuloso, sí, pero sobadillo: el perfil de Légolas ya no da para acuñar moneda, la grandeza y majestad de Thorin está pidiendo un juez Ruz, a Bilbo se le pone ya cara de concursante del Pasapalabra, la agresividad de los jefes Orcos ya no impresiona después de ver al cocinero Alberto Chicote..., incluso se sobetea en exceso lo empastado a Tolkien, el romance interracial entre la elfa Turiel y el enano. Sin pretender quitarle toda su grandeza y esplendor mítico y bélico a esta aventura con más trienios que García Tizón, más que Tierra Media parece Medianía.

Un producto musculoso, fabuloso, hecho para hipnotizar, con personajes fascinantes y con el pegamento indestructible de la imaginación de Tolkien, ¿por qué no ofrece algo único, distintivo, una sorpresa? Peter Jackson, Guillermo del Toro y el resto del equipo de guionistas no han hecho gran cosa por escribir una línea inolvidable, memorable; salir de la puerta giratoria. Acaso, en la parte final, cuando esta aventura del hobbit Bilbo sugiere su conexión con ese futuro que ya hemos visto en “El señor de los Anillos”, encuentre esta película y esta trilogía su razón de ser: las ganas de ver de nuevo a Frodo, Aragorn, Boromir…

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