Crítica de «Dos tontos todavía más tontos» (**): La O con un canuto
El mejor gag, el que convoca el espíritu del original, es el del principio en el asilo, a la vez subnormal, escatológico y sobreactuado en su justo punto
![Crítica de «Dos tontos todavía más tontos» (**): La O con un canuto](https://s1.abcstatics.com/Media/201411/14/Dumb-and-Dumber-dos--644x362.jpg)
En una escala creciente, a tontos le seguiría muy tontos y después habría que recurrir a requetetontos, ¿no? Se trata de que esta es la tercera entrega de las aventuras de Harry y Lloyd, y uno se queda ya sin superlativos… Bien, esta no es la requetonta de la saga: tal honor le corresponde a la anterior, « Cuando Harry encontró a Lloyd », que pertenecía a ese abominable formato de la precuela. Aquí volvemos a tener a las dos requeteparejas originales, los hermanos Farrelly al timón y los protagonistas Jim Carrey y Jeff Daniels , que en los 20 años transcurridos se han quitado de encima la caspa tontuna con películas como « El show de Truman » y la serie « The Newsroom », respectivamente, y ahora sabemos que sólo se hacen los idiotas…
En las dos décadas transcurridas Harry y Lloyd no se han hecho más listos, ciertamente, pero tampoco los Farrelly han evolucionado demasiado; el mejor gag, el que mejor convoca el espíritu del original, es el del principio en el asilo, a la vez subnormal, escatológico y sobreactuado en su justo punto. La novedad que aporta el resto de la trama es ver a Laurie Holden demostrando que una chica puede tener el encefalograma tan plano como ellos: ahí puede haber materia para una secuela (pero ¿qué digo?).
La genuina novedad, sin embargo, es otra: en un tipo de comedia tan grotesca y excesiva como ésta resulta llamativo ver cómo algunos gags y situaciones simplemente se plantean y se resuelven casi (digo «casi») con discreción, sin sacarles toda la ruidosa traca que se podría, y cómo Carrey y Daniels parecen interpretar sus personajes como con cierta distancia. Puede verse en esto cansancio y desgana, fruto del cinismo de exprimir una franquicia en la que no se cree, o cierto segundo grado intertextual: otro cómico excelsamente idiota (al que tanto deben estos dos, Carrey especialmente) como Jerry Lewis también llegó en su etapa de madurez a aplazar o casi negar el gag, en un ejercicio autorreferencial que quizá sea excesivo creer percibir aquí. Pero nunca se sabe…
Noticias relacionadas