Crítica de «Diplomacia» (***): Corre la mecha sobre París
Es un pulso, un juego de ajedrez, un intercambio de palabras corteses pero violentas para debatir sobre lo evidente, la bestialidad y la humanidad
Pieza teatral que no reniega de su condición, que elige un escenario (una habitación de hotel con vistas a París) y un par de personajes para que construyan un interesante diálogo sobre el deber y la moral: un juego dialéctico, un cruce de argumentos, para decidir si esa noche la ciudad de París volará o no por los aires, justo antes de que entren las tropas de liberación al fin de la segunda guerra mundial.
El director, el alemán Volker Schlondorff , pone en la escena la obra de Cyril Gely que trata al parecer un hecho real: el general nazi Von Choltitz tiene la orden de Hitler de destruir la ciudad antes de abandonarla, y el embajador sueco Raoul Nordling ha de emplear todo su caudal diplomático para convencerlo de que no lo haga. Es un pulso, un juego de ajedrez, un intercambio de palabras corteses pero violentas para debatir sobre lo evidente, la bestialidad y la humanidad (lo evidente es, también, que París no voló por los aires)…
Un trabajo de actores , Niels Arestrup y André Dussollier , que se repasan brillantemente las excelencias de una ciudad irrompible y los matices psicológicos de la banalidad del mal. Schlondorff ni entra ni sale, como París…, una imagen que se sospecha fascinante pero al otro lado de la ventana.