Crítica de «Paco de Lucía, la búsqueda» (****): Magnífico dibujo entre dos aguas
En el interior está el encuentro con un hombre que nos cuenta el suyo con su circunstancia, la música, el flamenco, la guitarra, y lo hace con un tú a tú que descabalga la idea de guión
![Crítica de «Paco de Lucía, la búsqueda» (****): Magnífico dibujo entre dos aguas](https://s1.abcstatics.com/Media/201410/24/Paco_de_Lucia_1--644x362.jpg)
De las mil palabras, sustantivos, adjetivos, que se hubieran podido elegir para no dejar en el título solo (de soledad) el nombre de su protagonista, Paco de Lucía, el director de este documental ha elegido “búsqueda”, lo cual es un claro síntoma de modestia de alguien que tal vez comenzó su mirada con esa aspiración, pero al que las circunstancias, la muerte veloz del personaje, su padre, le impusieron otra exigencia más allá de la búsqueda…, más cercana al encuentro, la revelación, la catarsis. Hay un recorrido interno en esta película , en su aura y significado, que es el que lleva a un director, Francisco Sánchez Varela , de la mirada de un hijo a la búsqueda de la grandeza de su padre vivo hasta el encontronazo de esa mirada con la grandeza de su padre recién muerto. Pero es imposible encontrar el “clic”, la rotura interna, en la piel de este modélico trabajo, en el que nunca se revela otro punto de vista que el esencial, el de un vitalista, cercano y genial Paco de Lucía: el director, el hijo, el admirador consigue un majestuoso grado de invisibilidad (incluso podría hablarse de generosidad, si entráramos en ciertos detalles y circunstancias estrictamente íntimas que trascienden lo fílmico) que hacen de esta película mucho más que un marco de una gran figura; es envoltorio y regalo a un tiempo.
Y en el interior está el encuentro con un hombre que nos cuenta el suyo con su circunstancia, la música, el flamenco, la guitarra, y lo hace con un tú a tú que descabalga la idea de guión, con un frescor, con un repente y una naturalidad que también desbarata esa idea de elaboración milimétrica, de la nota irrevocable, con la que esparcía su música. Anécdotas, testimonios, rasgueos de memoria jugosa, caprichosa, respetuosa (el huracán Camarón…), esa sensación jazzística de lo irrepetible, ese contraste entre el relajo de recordar (de situarnos en otro sitio y en otro tiempo) y el ímpetu de sus dedos por encontrar el otro sitio o traste en su guitarra, con la urgencia y precisión de un croupier con su mazo. Se entra a la película con la esperanza de un rastreo, un contacto con el genio, pero se sale de ella con la fe de un doble e inesperado gran encuentro, con la tecla de un músico inmortal y con la de un joven cineasta que llega en tromba.