Los «salzillos» de hoy
Manuel Nicolás Almansa: «Cuando hago figuras de belén pienso en la cara de ilusión de los niños»
Los belenes de este artista murciano están poblados por personajes entrañables de su infancia
Quienes contemplan un belén de Manuel Nicolás Almansa aprecian la calidad, los detalles y la expresión de sus figuras, pero pocos saben que ese pastor que acarrea la leña es «el bombo», un anciano medio ciego al que el escultor murciano hacía de lazarillo cuando era niño. O que la lavandera es Brígida, una joven que acompañaba a su hermana cuando iba a lavar al río Segura. Allí también se encuentra la vieja Macaria, Primitiva, su tía Juana, el tío José, o Cristóbal, el colmenero que le cortaba una punta de panal de miel. «Son personajes de mi infancia», recuerda con cariño el escultor de 84 años, que con apenas 6 años modeló su primer nacimiento.
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« Modelar era mi vocación y a ella he dedicado mi vida », señala volviendo la vista atrás, hasta aquella copia del belén de Salzillo que realizó su hermano José, al taller que montaron juntos cuando apenas tenía 18 años, a las dificultades económicas que atravesaron, la marcha de su hermano a América y los años que él siguió solo, trabajando «desde las ocho de la mañana hasta las dos o tres de la madrugada» durante cuatro años... «El belén tenía muy buena salud, pero a los que empezábamos nos costó lo nuestro», dice. Hoy su nombre es uno de los más reconocidos en el mundo del belenismo, sus piezas se venden en toda España y se encuentran en el Museo del Vaticano, en el de Artes Decorativas de Madrid o del Pueblo Español en Barcelona. Aún recibe multitud de encargos de coleccionistas de todo el mundo y no quiere ni hablar de jubilarse porque «energía no falta».
«Esto es vocacional. La dedicación que necesita no se puede aguantar si no», dice este maestro al que no le gusta dar consejos a los jóvenes. «Ya no sé nada de nada», afirma convencido de que «la gente joven que busca y quiere, lo consigue».
Una de sus últimas figuras, «un pastor apalancado a un tronco, pensando que ha llegado al final del camino», destila cierta tristeza, la que él siente «al ver que la humanidad es tan tonta, tan ignorante». «He llorado mucho de las injusticias en mi vida, pero no me arrepiento de nada. Tuve una infancia maravillosa y bueno, pude haber vivido más, pero no lo hice por haberme volcado en el trabajo», confiesa este maestro artesano que en su juventud se asomó al mundo del arte, pero no le gustó. Varias estatuas en bronce de Murcia, como el Monumento al Huertano o al Pescador en Los Alcázares, llevan la firma de Manuel Nicolás Almansa en cuyo taller de la calle Belenes de Murcia (dónde si no), tres de sus cinco hijos continúan su labor.