EN TERCERA PERSONA
El mercado del arte
«Warhol había destronado a Picasso como el artista que más había vendido en subasta»
El mercado del arte subía de forma imparable. La venta en subasta (único indicador transparente en el negocio del arte) había aumentado un 26%, alcanzando la cifra de 14.000 millones euros, frente a los 11.100 millones de 2013.
Andy Warhol había destronado a Pablo Picasso como el artista que más había vendido en subasta (524 millones de dólares frente a los 375 que había movido el maestro español). Sin embargo, entre los 500 artistas que más obras suyas se habían vendido en subasta, tan solo había nueve españoles y solo uno de ellos estaba vivo: el valenciano Manolo Valdés. El ránking español lo encabezaba Pablo Picasso (en segunda posición a nivel mundial), seguido de Joan Miró (en el puesto 24), Juan Gris (puesto 41), Goya (181 a nivel mundial), Sorolla (270), Tàpies (321), Chillida (359), Juan Muñoz (387) y Valdés (422).
Estos datos indicaban claramente que España pintaba poco en el mercado del arte internacional. Un mercado dominado por dos grandes potencias: China y Estados Unidos. Las casas de subasta chinas había superado por primera vez a las norteamericanas. Un 37.2% de las obras vendidas habían sido en China frente a un 32.1% en Estados Unidos. El tercer puesto era para Reino Unido, con un 18.9% del mercado.
Si nos fijábamos en los artistas, pasaba algo parecido. De los 20 que más habían facturado en 2014, siete eran norteamericanos y siete chinos. Por un lado, teníamos a las galerías anglosajonas, que eran las que aupaban y daban notoriedad a nivel mundial a sus artistas y, por otro lado, teníamos a una serie de nuevos ricos chinos que invertían en el arte como una forma de reputación social y como una forma de especulación. Solo así se entendía que entre los diez artistas que más facturaron en 2014, aperecieran dos artistas, Qi Baishi y Zhang Daqian, que habían facturado 206 y 193 millones de dólares respectivamente, y que prácticamente nadie conocía fuera de las fronteras de China. Al menos, la reducida escuadra española estaba compuesta por nombres de reconocido prestigio. Es decir, éramos pocos pero buenos.
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