TRIBUNA ABIERTA
Un debate necesario
«La crecida del Ebro está enviando en solo dos días al mar una cantidad de agua equivalente al déficit anual de la Comunitat Valenciana»
Las graves inundaciones del Ebro a su paso por Navarra y Aragón nos llevan a una reflexión que conduce, en primer y obligatorio lugar, a mostrar nuestro pesar por los devastadores daños ocasionados a miles de damnificados, con más de 40.000 hectáreas de cultivo afectadas y pueblos enteros en vilo durante días, así como también a expresar nuestro apoyo a cuantas medidas se adopten desde el Gobierno central.
Queremos, desde el Consell, trasladar un sincero mensaje de solidaridad ante la angustiosa situación vivida por los habitantes de la zona, un mensaje de solidaridad que no es, en absoluto, incompatible con la defensa de una solución que sería beneficiosa para todos: para quienes sufren las crecidas del Ebro y para quienes, en el extremo contrario, vemos cómo la sequía amenaza la supervivencia de nuestros campos. Y esa solución –han adivinado– no es otra que el trasvase de agua del Ebro desde las cuencas excedentarias a las deficitarias.
Sin querer caer en la demagogia –sino, créanme, movido más bien por la convicción de que sostengo una postura razonable y beneficiosa para todos– quisiera realizar unas consideraciones, aun a riesgo de que se me considere oportunista (yo prefiero pensar que aporto esta opinión en un momento oportuno).
La crecida del Ebro está enviando en solo dos días al mar una cantidad de agua equivalente al déficit anual de la Comunitat Valenciana. Aunque una crecida es siempre difícil de aprovechar, sí pueden hacerse diversas proyecciones sobre lo que se podría haber hecho si hubiera existido el trasvase del Ebro.
Si hubiéramos tenido la conducción del trasvase, desde el primer día de febrero, fecha en la cual ya existía y era conocida la acumulación de nieve en los Pirineos, hasta hoy se hubieran podido trasvasar hacia la Comunitat más de 130 hm3. El agua trasvasada hubiera servido, además, para reducir las crecidas en el Ebro. Dado que en estos momentos hay 1.636 millones de m3 de nieve en la cuenca de este río, más 6.200 hm3 en los embalses del Ebro, que están prácticamente a rebosar, es evidente que se podrían enviar durante otros dos meses otros 260 hm3, a razón de 130 hm3 mensuales, aprovechando mínimamente solo la crecida del Ebro, lo que la técnica nos permite.
Todo ello teniendo en cuenta, además, que los 1.636 millones de m3 de nieve se van a fundir en los dos próximos meses y no van a poder guardarse en la cuenca del Ebro porque los embalses están llenos. Además, si hubieran abierto antes, desde el 1 de febrero, los embalses de Ribarroja y Mequinenza –están llenos y, por tanto, no les cabe agua y están en la cola del Ebro–, y con una programación y planificación, se podría haber hecho sitio a esa agua de crecida o deshielo, y se podrían haber trasvasado en los próximos tres meses 390 hm3 a la Comunitat Valenciana.
Por tanto, con esa programación y planificación, se hubiera podido lograr una cierta reducción de la crecida y además paliar, en tres meses, todo el déficit anual que la Comunitat Valenciana padece al año. Es más, con ello, la cuenca del Ebro no hubiera sufrido merma alguna en su disponibilidad. Por el contrario, se hubiera reducido en 390 hm3 el volumen de la crecida manteniendo además los embalses llenos (6.500 hm3).
Estos datos reflejan que un debate sereno sobre la necesidad del trasvase del Ebro es hoy igual de oportuno que lo era ayer y lo será mañana. Hay situaciones, como la desgraciada crecida del Ebro, que lo devuelven a la actualidad. Y quienes tenemos la responsabilidad de buscar la mejor solución –la más necesaria- tenemos hoy también la obligación de defenderla.
José Alberto Comos es director general del Agua de la Generalitat