VERLAS VENIR
La paga
«El político se pone por delante de una sociedad en peligro de inanición. Y todo por una paga»
Desconexión. Solo la desconexión de la realidad ha podido propiciar que sus señorías pasen por les Corts y voten a favor de una propuesta que les permita recuperar una paga pendiente a ellos mismos, eso sí, por delante de todo el cuerpo de funcionarios.
Desafección. Son hechos como estos los que provocan la desafección de los ciudadanos hacía la política y, sobretodo, hacia los políticos. ¿Qué se puede esperar de ellos si son capaces de decir que a la hora de recuperar un derecho están por delante de aquellos a quienes representan? No se, me suena al Costa Concordia.
Despreocupación. Y en estas que llega el CIS y dice que la corrupción ya no preocupa tanto a los ciudadanos. Podría parecer una buena noticia. Si estamos menos preocupados, es que el problema es menor. Mentira. Uno se despreocupa del problema que desparece o del que considera inevitable y por lo tanto decide convivir con él sin preocuparse más.
Desocupación. Probablemente, esa despreocupación por la corrupción está íntimamente ligada a la gran preocupación por la desocupación. Por el paro. Sí, efectivamente, se consolida como principal preocupación de la ciudadanía según el CIS. Y eso viene a llevarnos de nuevo a la desconexión. En este caso, se trata de un político diciendo que la cosa ya va mejor y que la crisis casi es agua pasada.
Inanición. La desocupación, el paro, nos aporta fotografías inéditas como las de ayer de ABC . La cola del hambre. Mil personas esperan su turno para conseguir un bocadillo de atún. El hambre extrema provoca inanición. Que no lleguemos.
Cronificación. De la pobreza. Lo advertía en estos días la Casa de la Caridad, que detecta que sus clientes lo son ahora por más tiempo de lo que venía siendo habitual.
Resolución. Dicen ahora que quieren resolver el tema de la paga de marras. Que habrá que devolverla, ya veremos cómo y cuándo. Pero parece que tampoco entre sus señorías hay una gran unanimidad sobre si hay que devolver o no la cantidad cobrada. La verdad es que la desconexión sigue ahí, provocando la desafección correspondiente. En la sociedad de la desocupación, el político se pone por delante de una sociedad en peligro de inanición. Y todo por una paga.